Los 26 héroes de nuestra Selección que llevan en sus genes el ADN del Fútbol Argentino

A continuación, publicamos un breve perfil de los 26 convocados por Lionel Scaloni, sus primeros pasos en el Fútbol Argentino recordando aquellos clubes que fueron claves en la formación de nuestros queridos campeones del mundo.
Publicado: 14/12/2022

Alejandro Gómez

Avellaneda, la capital nacional del deporte que más pasiones despierta entre los argentinos, lo vio nacer a Alejandro Gómez el 15 de febrero de 1988. La ciudad, que cuenta con cientos de clubes de barrio, historias, nombres y personalidades legendarias que hicieron grande a nuestro fútbol, lo cautivó con su esencia.
A temprana edad comenzó a soñar con ser jugador y triunfar con la pelota en sus pies. Sus primeros pasos en el fútbol los dio en el baby fútbol de Racing, luego en Rojos de Gerli, Deportivo del Sud e Independiente hasta llegar a Arsenal de Sarandí. Allí, llamó la atención del campeón del mundo Jorge Burruchaga, por entonces director técnico del equipo del Viaducto, quien decidió convocarlo para hacer su primera pretemporada con el plantel profesional. El debut en la máxima categoría llegó en 2005, a los 17 años y rápidamente se convirtió en una pieza clave, a punto de obtener una Copa Sudamericana y luego la Suruga Bank en Japón.

 

Su gran personalidad y destacadas actuaciones hicieron que San Lorenzo se fijara en él. “Me enteré a lo último que se daba mi pase al club y fue una alegría enorme. El sueño siempre fue llegar a una institución importante de la Argentina. Jugar en un grande como San Lorenzo con 50 mil personas, para mí era algo nuevo y algo que me ayudó a crecer un montón”, recordaría más tarde.


En el camino de Gómez también hubo un paso por las Selecciones Juveniles: en 2005 jugó el Sudamericano Sub 17 de Venezuela y en 2007 disputó el Sudamericano Sub 20, en Paraguay. Ese último año llegaría la consagración tras obtener la Copa del Mundo Sub 20 en Canadá con un equipo plagado de jóvenes talentos dirigidos por Hugo Tocalli. De esta manera, se confirmó la importancia de una era que encabezó José Pekerman en la que la formación de las selecciones juveniles fue la prioridad y el resultado de un proceso ejemplar.


Desde el nacimiento de su pasión hasta encontrarla como lugar de identificación, Gómez fue trepando uno por uno los escalones del Fútbol Argentino y compartió con técnicos, docentes y formadores como Jorge Burruchaga, Hugo Tocalli, José Pekerman y el profesor Gerardo Salorio, entre otros. Todos ellos le dieron herramientas futbolísticas y humanas que le enseñaron a competir y que son importantes en esa etapa clave de la vida como lo es la formación.

 

 

Alexis Mac Allister

Hay quienes forjan su camino desde cero y deciden tomar un rumbo diferente al contexto donde nacieron. Pero hay otras personas que parecen haber llegado al mundo con un destino marcado, imposible de ignorar. Este último es el caso de Alexis Mac Allister, hijo del reconocido Carlos Mac Allister, ex lateral derecho de Argentinos Juniors, Boca, Racing, Ferro y la Selección Argentina.

Alexis nació el 24 de diciembre de 1998 en Santa Rosa, La Pampa. Se crió junto a sus dos hermanos mayores, Francis y Kevin, también futbolistas. Con tan solo cuatro años de edad empezó a involucrarse en el mundo del fútbol, y allí apareció el Club Social y Deportivo Parque como primera experiencia. Luego, con Fernando Batista como nuevo coordinador, se sumó a las filas de las divisiones inferiores de Argentinos Juniors, al igual que sus hermanos.

Pese a no ser centrodelantero, se coronó goleador en séptima y en sexta división (año en el que también ganó el premio al mejor juvenil del club otorgado por la AFA).

Tras 20 partidos en Reserva, su debut en el primer equipo de La Paternal llegó el 30 de octubre de 2016 en el empate sin goles frente a Central Córdoba. El entrenador Gabriel Heinze lo envió al campo de juego a los 72 minutos en lugar de Iván Colman y a partir de allí comenzó a escribir una importante historia dentro del club. Tal es así que logró con el Bicho el tan ansiado ascenso a Primera una temporada después.

Sus destacadas actuaciones lo llevaron a ser el centro de atención en el mercado de pases de 2019. Varios clubes importantes del Fútbol Argentino quisieron quedarse con la gran joya de Argentinos, pero finalmente fue Boca Juniors quien ganó la pulseada.

Alexis comenzaba a soñar con la Albiceleste luego de algunas citaciones a la Sub 20 de Claudio Úbeda. Y finalmente su momento en la Mayor llegó de la mano de Lionel Scaloni como DT. El 5 de septiembre de 2019, la Selección Argentina disputó un amistoso en Los Ángeles ante Chile que finalizó sin goles. Y fue allí que Mac Allister ingresó a los 24 minutos del complemento, en lugar de Paulo Dybala.

Su coronación con la Celeste y Blanca se concretó en febrero 2020, cuando se consagró campeón del Preolímpico Sudamericano Sub-23 organizado en Colombia. De esa manera, el equipo se clasificó a los Juegos Olímpicos de Tokio, donde disputó un partido.

Tan solo 20 partidos en Boca le bastaron para fijar un destino europeo: el Brighton & Hove Albion Football Club de Inglaterra fue a la carga por el talentoso volante y ya lo tiene entre sus filas desde hace cuatro temporadas.

 

 

Ángel Correa

El temperamento, la vocación futbolística y esas ganas de jugar a toda hora y en cualquier parte fueron la marca identitaria de un joven Ángel Correa que desde muy chico, en el barrio Las Flores, se sintió atraído por el fútbol. La superación sería otra característica fundamental de este futbolista que nació el 9 de marzo en la ciudad de Rosario, Santa Fe. Gambetear las adversidades es su principal virtud.

Siempre rememora que nunca tuvo un juguete, solo una pelota y nada más, pero del mismo modo, se encarga de recalcar lo importante que fue eso en su vida. Ya desde muy chico se veía su talento futbolístico, cuando su padre lo llevaba al baby del Club 6 de Mayo, Sagrado Corazón, Tiro Suizo y el Club Alianza Sport, quienes se disputaban al joven crack y advertían el futuro prometedor que le esperaba.
Jorge García, ex defensor de Rosario Central, River Plate, San Lorenzo y Unión de Santa Fe, fue quien le extendió una mano y lo llevó a probarse al Ciclón. Pasó la prueba y se quedó a vivir en la pensión del club. A partir de allí su vida giró alrededor de la institución de Boedo aprovechando cada posibilidad y cada momento para destacarse en las divisiones juveniles. A los 16 años, Jorge Bergoglio, quien años más tarde sería elegido Papa y adoptaría el nombre Francisco, le dio la comunión en la pensión del club.
Tras cosechar elogios y aplausos, debutó en el primer equipo el 31 de marzo de 2013 frente a Newell’s Old Boys y allí continúo con una carrera meteórica que lo llevaría a estar en la mira de los mejores equipos del mundo. En 2014, una revisión médica reveló la existencia de un tumor en uno de los ventrículos de su corazón y debió someterse a una operación de urgencia. Su emotiva reaparición sería en las Selecciones Juveniles para ganar el Sudamericano Sub 20 de Uruguay en el que anotó cuatro goles y fue elegido el mejor jugador del certamen. Un año más tarde fue convocado para formar parte del plantel que jugó la Copa del Mundo Sub 20 en Nueva Zelanda.
Tal fue la marca que le dejó su paso por la pensión del club que tras ganar la Copa América, una de sus primeras acciones en Buenos Aires fue ir a festejar con los chicos de la cantera del Ciclón que sueñan como lo hizo él.

 

 

Ángel Di María

En el Camino de los Granaderos, una pared naranja destaca sobre el resto del paisaje. Allí, en Rosario, un gran mural rinde homenaje a uno de los futbolistas argentinos más destacados de la última década: Ángel Fabián Di María, nacido el 14 de febrero de 1988. La ubicación no es casual: la pintura se encuentra en el club de barrio El Torito, en el que comenzó el amor entre Ángel y la pelota.

Cuenta la historia que Di María llegó a El Torito luego de una recomendación médica por su hiperactividad. Allí lo llevó su madre Diana tras verlo jugar con sus amigos en la calle Perdriel, la misma que el futbolista lleva inmortalizada en un tatuaje en su brazo.

El entrenador Rubén Tomé fue uno de los formadores de Fideo en aquellos tiempos. "Sigue haciendo lo mismo que hacía de chiquito. Veo la misma felicidad, como cuando jugaba en Torito", dijo Tomé en Radio Colonia tras el gol ante Italia en la Finalissima. Luego de 64 tantos convertidos con la camiseta naranja, Rosario Central llegó a fijarse en el joven Ángel, de tan solo seis años. Jorge Cornejo, entonces presidente del club de barrio, pensó en la necesidad inmediata de la institución y pidió pelotas a cambio del pase de Di María.

El propio futbolista cuenta en una carta escrita en The Player’s Tribune que la decisión de pasar a Rosario Central no fue sencilla: había nueve kilómetros de distancia entre su casa y el club. La pasión de su madre por el Canalla fue el desencadenante de la decisión: “Yo lo llevo”, manifestó. Una bicicleta amarilla y oxidada fue la que transportó los sueños de Ángel por aquellos años. “Imaginen esto: una mujer andando en bicicleta por todo Rosario, con un pibe atrás y una nenita adelante, más un bolso deportivo, con mis botines y algo de comer. En subida, en bajada, bajo la lluvia, en el frío o de noche. No importaba, mi mamá solo seguía pedaleando”, contó el jugador.

El baby fútbol fue el primer paso para Di María en Rosario Central. Allí compartió con jugadores como Milton Caraglio y Emiliano Vecchio. Fue campeón de la Liga Rosarina en 2002, mismo año en el que debutó en el torneo de inferiores de AFA. Sin embargo, también pasó por momentos duros: debido a su contextura física tuvo muy pocos minutos en Octava y Séptima División.

El 14 de diciembre de 2005, con tan solo 17 años, realizó su debut en la Primera de Rosario Central, dirigido en aquel entonces por Ángel Tulio Zof. Fue un empate 2-2 ante Independiente. 39 partidos y seis goles serían las cifras definitivas antes de emigrar al Benfica. Luego vendrían, Real Madrid, Manchester United, PSG y Juventus…Pero Ángel nunca se olvida de su barrio: “Nacer en la Perdriel fue y será lo mejor que me pasó en la vida”.

 

 

Cristian Romero

Abril de 1998 en Córdoba. Más precisamente el 27 de ese mes, nació allí Cristian Romero, actual defensor de la Selección Argentina. Popularmente conocido como Cuti, él es el menor de tres hermanos y, desde muy joven, comenzó a divertirse con la pelota. “En el potrero jugaba con sus primos, era el más chico pero se defendía. Ya le gustaba salir jugando y tenía mucha personalidad, como ahora, que tiene 23 años pero parece de 30”, recordó hace un tiempo su padre.

A los ocho años arrancó a jugar en San Lorenzo de Córdoba, del barrio Las Flores, donde permaneció hasta los 14, momento en el que pasó a vestir los colores de Talleres hasta que quedó libre. "Tengo una amistad de muchos años con su padre y un día me tocó la puerta a medianoche desesperado para que vaya a ver a su hijo. Así que lo llevé al predio de Belgrano para que lo vean Federico Bessone y Daniel Primo, y quedaron obnubilados por la actuación: se mostraba con gran presencia y era muy respetuoso como persona”, explicó Gustavo Spallina, histórico goleador y veedor de la institución.

Federico Bessone, otro ex futbolista cordobés, explicó que observó cuando Cuti desembarco en la institución de Alberdi: "Desde el primer momento que lo vimos nos dimos cuenta que era un distinto. Llamaba la atención su personalidad y técnica".

Con tan solo 18 años, hizo su debut en Primera División defendiendo la camiseta de Belgrano de la mano de Esteban González. El encuentro fue derrota 1-0 ante Independiente en el estadio Mario Alberto Kempes. El Cuti, que fue titular y compartió la zaga central con Lucas Aveldaño, fue reemplazado a falta de pocos minutos para el final por Nahuel Luján.

Durante 2017, tuvo su primera experiencia vistiendo la camiseta de la Selección Argentina cuando Claudio Úbeda lo convocó para disputar el Sudamericano Sub 20 en Ecuador. En dicho certamen, la Albiceleste finalizó en la cuarta posición y consiguió la clasificación al Mundial de la categoría.

Tras dos temporadas en Córdoba, donde disputó 19 encuentros, emigró a Italia para continuar con su prominente carrera.

 

 

Emiliano Martínez

Uno no puede escaparle demasiado a su contexto, y quizá es por eso que el molde sobre el que se articuló la figura de Emiliano Martínez guarda una vital relación con las costumbres pasionales de su tierra natal. Oriundo de la ciudad de Mar del Plata, aquella que corre al compás del frenesí de la temporada y saborea cierta calma durante los meses más fríos, este arquero nacido un 2 de septiembre de 1992 supo apropiarse de ese manejo de la temperatura para dominar los tiempos del juego.

Los primeros pasos que fueron forjando su impronta transcurrieron cerca de su casa de infancia. El club General Urquiza, situado a unas 30 cuadras del colegio al que Martínez asistía, el Sagrada Familia, fue testigo del primer atisbo de talento demostrado por el protector del arco. Posteriormente, su desarrollo se fue gestando en Talleres y también en San Isidro, instituciones linderas con su barrio y en donde Dibu, apodo que más tarde le daría Miguel Ángel Santoro, comprendió que el fútbol formaría parte de su vida.

A los 10 años padeció sus primeras adversidades, al ser rechazado por las canteras de Boca y de River, pero ese fue el disparador de una personalidad perseverante, con un sueño claro. Devuelto al fútbol marplatense, continuó superando límites hasta los 13 años, cuando dio el salto a Independiente, sumándose a las categorías inferiores de una institución que contaba entre sus filas con quien sería uno de sus principales mentores: Pepé Santoro.

Multicampeón, leyenda y sabio del arco, Pepé le brindó herramientas a un Martínez adolescente que, según confesó el mismo Santoro, debió aprender a derramar lágrimas de esfuerzo para poder, con el correr de los años, alcanzar ese premio singular que atesora el llanto de la emoción. Y aunque no pudo concretar su paso al primer equipo del Rojo, Dibu consiguió a través de buenas actuaciones en las divisiones menores el llamado de la Selección Argentina Sub 17.

Su primera página vistiendo la Albiceleste, entonces, registra sus participaciones en el Sudamericano Sub 17 de 2009; en el Mundial de ese mismo año; y también, subiendo escalones para ponerse el buzo de la Sub 20, en el Mundial de 2011. En medio de esas vivencias, en 2009 el Arsenal de Inglaterra posó sus ojos sobre el arquero y concretó su interés para contar con la promesa de 16 años.

La historia en tierra inglesa se alimenta de altibajos que se transformaron en el combustible de un Dibu Martínez ganador, que aprovechó sus oportunidades para, luego de batallar largo y tendido, erigirse como una de las principales figuras de la Selección Mayor. De la mano de Lionel Scaloni afianzó su confianza y, tras su debut el 3 de junio de 2021 ante Chile, en encuentro por Eliminatorias que culminó 1-1, supo defender los tres palos durante 25 partidos, obteniendo la ansiada Copa América en Brasil y la Finalissima 2022 en Wembley. Una vida dedicada a su pasión, cuya recompensa es más que merecida.

 

 

Enzo Fernández

Desde que llegó a este mundo, las cuatro letras de su nombre ya daban indicios sobre su posible futuro. Enzo Fernández, llamado así en homenaje a Enzo Francescoli, ídolo riverplatense, nació el 17 de enero de 2001 en el partido de San Martín, provincia de Buenos Aires.

Sus primeros pasos los dio en La Recova, un club de barrio de Villa Lynch. Allí, al poco tiempo, llamó la atención de Pablo Esquivel, reclutador de talentos de River. “Yo dirigía a un club de Villa Ballester y me tocó enfrentarlo. Y la rompía toda. Lo vi muy inteligente ya de tan chiquito. Al día siguiente le comuniqué a Gabriel Rodríguez y a los técnicos de las categorías más chiquitas que había un jugador 2001 de San Martín que jugaba bárbaro y me dijeron que lo fuera a buscar. Después de tantas idas y vueltas pudimos convencer a los padres y lo llevamos al club", contó tiempo después el captador a Clarín.


Sus inicios en el club de Núñez fueron en el 2005 en las categorías infantiles. Cuando pasó a la Novena División, comenzaron los altibajos en la carrera de Enzo: los primeros dos años no tenía regularidad y hasta se le cruzó por su cabeza la idea de partir. Sin embargo, comenzó a tener más rodaje en la Séptima y luego en la Sexta. Fue en esta última categoría cuando Facundo Villalba lo subió directamente a Reserva.


En febrero de 2020 comenzó a formalizarse su sueño cuando firmó su primer contrato profesional. Ese mismo años, se dio su debut en la Conmebol Libertadores, en la derrota 3-0 ante Liga de Quito.

Sin embargo, Marcelo Gallardo creía que debía terminar de pulir sus cualidades y ganar más minutos de juego. Fue por esto que le sugirió al volante que vaya a préstamo a Defensa y Justicia. En el conjunto de Florencio Varela rapidamente se adueño del equipo y quedó en la historia tras consagrarse campeón de la Conmebol Sudamericana y Recopa Sudamericana de 2020.

En el verano del 2021, Enzo retornó a River y, luego de un tiempo de adaptación, se convirtió en una pieza fundamental para el equipo. A tal punto, que el Benfica confió en él para esta temporada.

 

 

Exequiel Palacios

La historia comienza el 5 de octubre de 1998, en Famaillá, Tucumán, aunque al poco tiempo su familia se mudó a San Martín, Buenos Aires. El protagonista es Exequiel Alejandro Palacios, volante de la Selección Argentina.

Su primer contacto con una pelota se dio en el baby de la Junta Vecinal de José Ingenieros, donde jugó hasta los ocho años. Luego pasó a la Asociación Fomento Parque Chas hasta que, con tan solo diez años, llegó a River, club donde realizó todas las divisiones inferiores.

Sus destacadas actuaciones en la institución de Núñez hicieron que distintos entrenadores de las Juveniles de Argentina se fijaran en él. Así fue que con la Celeste y Blanca disputó varios certámenes en los que fue ganando experiencia y forjando una gran personalidad para jugar en el mediocampo. Los Juegos Suramericanos de 2014, el Sudamericano Sub 17 de 2015, el Mundial Sub 17 de 2015 y el Mundial Sub 20 de 2017 lo tuvieron como protagonista.

Con tan solo 17 años hizo su debut en la Primera División de River. En el estadio Monumental, River perdió 2-0 ante Newell’s pero aquel día quedó grabado para siempre en la memoria de Pala. “Para uno que la viene peleando desde muy chico, es algo soñado debutar en este club. Estoy muy contento, vino casi toda mi familia a verme”, contó luego del encuentro.

Su primer tanto llegó dos años después, el 7 de octubre del 2017, en un partido en el marco de la Copa Argentina. Allí, el tucumano convirtió el tercer tanto en la victoria ante Defensa y Justicia. "En el momento del gol pensé mucho en mi familia, que luchó siempre desde que era chico para que pueda cumplir mis sueños y estar acá", explicó.

Con el correr de las temporadas, y a pesar de su corta edad, Exequiel se transformó en una pieza fundamental para el entrenador Marcelo Gallardo, a tal punto de ser una de las máximas figuras del River que en 2018 conquistó la Copa Libertadores.

No pasó mucho tiempo para que un equipo europeo, en este caso el Bayer Leverkusen alemán, se fijara en él y lo contrate. Paralelamente, Pala siguió siendo convocado en la Selección Argentina, con la cual conquistó la Copa América en el Maracaná y la Finalissima en Wembley. 

 

 

Franco Armani

El 16 de octubre de 1986, en la localidad de Casilda, Santa Fe, nació uno de los defensores del arco argentino: Franco Armani.  Aprendices Casildenses y Alumni fueron los clubes de la ciudad que lo vieron dar sus primeros pasos en el fútbol cuando era apenas un niño. Allí, comenzaba a esbozar su papel de arquero, mientras su abuelo, utilero del club, lo acompañaba a sus entrenamientos. Allí, Franco solía vestirse de verde “a lo Pato Fillol” y le hacía honor en cada porción de césped en su ciudad natal. 

Oscar Torres, uno de sus entrenadores de aquellos tiempos en Alumni, asegura que desde pequeño ya se ilusionaba con atajar y fue quien lo ascendió a la Primera División de la liga de Casilda en su adolescencia. A 55 kilómetros de su tierra, Rosario también lo vio crecer como futbolista. Fue en las divisiones juveniles de Central Córdoba donde Armani continuó con su incipiente carrera. Sin embargo, su siguiente destino fue Estudiantes de La Plata. Instalado en la pensión platense, el arquero se encontraba ante una nueva chance de comenzar a forjar su sueño de defender los tres palos de manera profesional. Desafortunadamente, aquel momento no llegaba y su anhelo de participar en un plantel de primera división aún resultaba esquivo.

Cerca de cumplir sus 20 años, recibió una propuesta de Ferro Carril Oeste, equipo que militaba en el Nacional B, al cual fue cedido a préstamo. Llegó ocupando el puesto de tercer arquero del plantel, por lo que sus posibilidades de sumar minutos en cancha eran mínimas. Finalmente, atajó un solo un partido, frente a Atlético Rafaela, en el que recibió cuatro tantos.

Durante el mismo 2008, otro club del Ascenso ofertó por Armani y fue allí donde la carrera del jugador empezó a escribir las páginas más importantes de su historia.  A través del entrenador uruguayo Felipe De La Riva, el joven recibió una nueva propuesta para formar parte del plantel de Deportivo Merlo que se encontraba en la tercera división del Fútbol Argentino. La principal arma de seducción del club fue ofrecerle regularidad en el equipo, escenario que no se le presentaba en los clubes anteriores. Armani aceptó la propuesta, pero continuó viviendo en la pensión del club platense para poder solventar sus gastos cotidianos. 

El arquero superó con creces las expectativas en el equipo: tuvo la valla menos vencida y logró el ascenso a B Nacional en el 2009. A principios del año siguiente, el conjunto colombiano, Atlético Nacional, realizó su pretemporada en Argentina, en donde se enfrentó ante Deportivo Merlo en un partido amistoso. Los dirigentes del equipo de Medellín aprovecharon la oportunidad y ficharon al casildense, quien finalmente se terminó convirtiendo en ídolo del conjunto colombiano. Luego llegó River y la Selección Argentina, merecida recompensa para un futbolista que siempre, pero siempre, la peleó.

 

 

Germán Pezzella

Bahía Blanca es una ciudad ubicada en el sur de la provincia de Buenos Aires. Allí, el 27 de junio de 1991, en el Hospital Italiano, nació Germán Pezzella, hijo de Miguel y Gabriela, y hermano mayor Bárbara y menor de Bruno, quien también fue futbolista.

Su camino en el fútbol comenzó primero en Kilómetro Cinco, un club cercano a su barrio y luego en Juventud Unidad de Algarrobo, donde llegó con nueve años. “No faltaba nunca a los entrenamientos. Era el primero en llegar y estaba desesperado por jugar", explicó Alejandro Papasidero, su director técnico de aquella época, tiempo después.

Con el paso del tiempo llegó a Olimpo, pero tras jugar en Novena y Octava, River se fijó en él. “Cuando hice la prueba y me dijeron que me tenía que quedar fue cumplir un sueño. Tenía claro que me quería quedar en Buenos Aires porque era una cosa extraordinaria. Mi primera noche en la pensión me la pasé llorando, no sabía si era de alegría, de emoción, de miedo. Pero al otro día me levanté con una energía inexplicable”, le contó al sitio oficial de la institución.

Una vez instalado en Núñez, terminó sus estudios en el Instituto River y comenzó a ser una pieza clave no solo en las Divisiones Inferiores del Millonario sino que en las distintas Selecciones Juveniles. En 2009, con tan solo 18 años, fue convocado por Sergio Batista para disputar el torneo Esperanzas de Toulon en Francia. "Soy el pibe más feliz de la tierra", respondía en esa época al tratar de explicar sus sensaciones sobre vestir la Albiceleste. Al año siguiente, fue sparring de Selección Argentina dirigida por Diego Maradona en el Mundial de Sudáfrica.

Su camino celeste y blanco continuó en 2011, cuando fue capitán de la Selección Sub 20 que disputó el Sudamericano de Perú. Tras finalizar terceros, el equipo dirigido por Walter Perazzo jugó el Mundial de Colombia, donde Argentina cayó en cuartos de final ante Portugal por penales. Ese mismo año, también participó de los Juegos Panamericanos de Guadalajara (convirtió dos tantos y se quedó con la medalla plateada).

Tras realizar distintas pretemporadas con el plantel de Primera División, su debut oficial en River se dio finalmente el 7 de diciembre de 2011 ante Defensores de Belgrano en el marco de la Copa Argentina. Con el correr de los partidos, y a pesar de sufrir la rotura de los ligamentos cruzados anterior de la rodilla derecha, motivo por el cual estuvo varios meses lejos de las canchas, se fue ganando un lugar en el equipo titular.

 

 

Gerónimo Rulli

Gerónimo Rulli es el tercer arquero que completa la nómina de tres convocados por Lionel Scaloni. Nació el 20 de mayo de 1992 en La Plata, Buenos Aires, y dedicó su vida futbolística en el país exclusivamente a Estudiantes de la Plata. 

Comenzó desde muy pequeño a hacer carrera en las divisiones infantiles del club, ya teniendo en claro cuál sería su rol dentro de la cancha, posición que lo acompañaría hasta la presente Copa del Mundo. 

Su padre, Omar Rulli, siempre lo llevaba a los entrenamientos en su largo recorrido por las inferiores. Finalmente, el 8 de abril de 2013, con 19 años y de la mano del entrenador Mauricio Pellegrino, el portero debutó en la Primera División de Estudiantes, ante la lesión de los arqueros titulares de aquel entonces. Si bien el saldo de dicho encuentro arrojó una derrota por 1-0 frente a Arsenal, comenzaba entonces, para el joven arquero, una etapa de crecimiento exponencial que no tendría fin. 

Con diez partidos en su haber, Rulli alcanzó un récord histórico en el club platense: no recibió un gol por 588 minutos. El guardametas del Pincha se fue consolidando hasta alcanzar la titularidad y, tras sus destacadas temporadas entre 2013 y 2014, comenzó a despertar el interés de importantes clubes europeos.  

Fue entonces, a mediados de 2014, cuando el arquero fue cedido a la Real Sociedad de España, donde comenzaría su viaje por el viejo continente.  

Su primer contacto con la Celeste y Blanca fue en 2016 cuando el cuerpo técnico de la Selección Sub 23, comandada por Julio Olarticoechea, lo citó para los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, donde disputó los partidos de fase de grupos como titular. 
 

En el plano del Seleccionado Mayor, Rulli había sido convocado por Gerardo Martino, Edgardo Bauza y Jorge Sampaoli en varias oportunidades, pero su debut aún resultaba esquivo. Luego de la eliminación de Argentina en el Mundial de Rusia, en 2018, el arquero fue considerado para disputar una serie de amistosos. Fue entonces de la mano de Lionel Scaloni cuando, el 7 de septiembre de aquel año, Gerónimo Rulli hizo su debut. Allí Argentina superó 3-0 a Guatemala.

Recién en 2022, el portero volvió a tener lugar en la Selección absoluta, cuando el entrenador nuevamente lo tuvo en cuenta para disputar un encuentro por las Eliminatorias, frente a Honduras. Su gran presente en su actual club, el Villarreal de España, y su buen desempeño en terreno Albiceleste, hicieron que Rulli finalmente forme parte de los convocados para el sueño de Qatar 2022.

 

 

Gonzalo Montiel

Sin haber llegado a este mundo, parece ser que Gonzalo Montiel ya tenía su camino señalado: una banda roja iba a cruzar por su pecho. Antes de su nacimiento, el 1° de enero de 1997, su abuelo quería llamarlo Gonzalo Ariel por su fanatismo por Ortega. Por este motivo, su madre accedió a ponerle Ariel como segundo nombre.

Sus primeros pasos en el fútbol los dio en el club El Tala de González Catán, provincia de Buenos Aires, jugando al baby hasta que un día, un compañero de trabajo del padre le consiguió una prueba en Huracán. A sus 10 años tuvo su primer tropezón: a pesar de haber quedado en el club de Parque Patricios, nunca fue tenido en cuenta. Un par de meses más tarde, fue a probar suerte a Boca pero su final fue similar.

Tras los tropezones en los clubes de Primera, Gonzalo volvió a su primer hogar: El Tala aunque poco tiempo después se probó en River y quedó. Con tan sólo 11 años, Cachete, como ya lo apodaban, estaba comenzado a cumplir el sueño de su abuelo. “Hambre no pasé porque mis viejos hicieron todo para darnos la comida. Por ahí me dejaban una viandita para que comiera en el colectivo, cuando me tenía que ir solo a entrenar porque ellos trabajaban. A veces mi mamá me esperaba en Liniers, a la vuelta del entrenamiento, y ahí comíamos juntos alguna porción de pizza, a la tardecita, y me salteaba el almuerzo. Nunca tuve que trabajar, pero cuando tenía un día libre, acompañaba a mi viejo y lo ayudaba. No hacía gran cosa: pasarle ladrillos, ayudarlo con los pozosm ese tipo de cosas”, recordó tiempo después.


Sin embargo, no todo era color de rosa: el sacrificio de él y de su familia cada vez era mayor y poco a poco se volvía muy cuest arriba. Dos horas y media de ida, mismo tiempo de vuelta y la plata de los padres que no alcanzaba para seguir costeando los viajes. Entonces, después de un par de años y de mucho pensarlo, Montiel le comunicó a Carlos Anta, su entrenador, que así no podía seguir. Como solución, ya que desde River le veían condiciones, decidieron hacerle lugar en la pensión, un sitio destinado únicamente a los chicos del interior del país. 
 

Todo su sacrificio valió la pena, ya que fue capitán en casi todas las categorías. Se consagró campeón con la Octava (2012) y con la Sexta (2014), y subcampeón con la Séptima (2013) y Reserva (2015). El 30 de abril de 2016 llegó el día soñado y Gonzalo debutó en River ante Vélez, en un partido que terminó igualado sin tantos.

Su excelente desempeño en el club de Núñez lo llevó a vestir la Celeste y Blanca en las divisiones juveniles, disputando en 2017 la Copa Mundial Sub 20 en Corea del Sur. A mediados del año pasado el rumbo de Cachete se direccionó al viejo continente donde, desde agosto del 2021, forma parte del plantel del Sevilla, España.

 

 

Guido Rodríguez

Fue en el club y en las calles de su barrio en Tres de Febrero donde Guido Rodríguez se soñó, como muchos otros chicos, jugador de fútbol. Nació el 12 de abril de 1994 en Saénz Peña y aún hoy se recuerda la historia que escribió en la Liga Infantil de Fútbol Asociada Tresfebrerense (LIFAT) y los títulos que conquistó jugando para el Club Cristo Rey – José María Bosch, en su tierra natal. Casualmente, allí también compartió equipo con otro chico con futuro de Selección Argentina, Leandro Paredes.

Cuando tenía siete años llegó a las Divisiones Inferiores de River Plate, club en el cual se formó definitivamente como futbolista. “Es hermoso ser jugador pero detrás de todo eso hay muchos sacrificios, como perderte cumpleaños, vacaciones y otras cosas que hay que dejar de lado siendo muy chico para cumplir el sueño. Al ver el resultado de todo eso me pongo feliz y me da fuerzas para seguir”, recuerda cuando mira para atrás y el sentido de pertenencia al club se hace presente.


Con el primer equipo debutó en un encuentro amistoso en San Luis frente a un combinado de dicha provincia el 5 de febrero de 2014. El técnico Ramón Díaz vio en ese joven y prometedor volante un talentoso futbolista. Unos meses más tarde, más precisamente el 9 de octubre de ese mismo año, hizo su estreno oficial: fue ante Rosario Central en el marco de la Copa Argentina, esta vez de la mano de Marcelo Gallardo. Allí conquistó la Copa Sudamericana 2014, Recopa 2015, Libertadores 2015 y la Copa Suruga Bank 2015.

Sin embargo, la carrera profesional de Guido en Argentina siguió en Florencia Varela. Defensa y Justicia fue el club que le dio los minutos en cancha que necesitaba para ganar aún más confianza en el fútbol profesional y el último club argentino que disfrutó de su talento, antes de emigrar primero a México y luego a España.

 

 

Juan Foyth

La danza armónica del pie junto a la pelota es un arte indisimulable. El jugador dotado técnicamente transpira por sus poros dicha virtud, la cual se hace evidente desde su primera intervención en un partido. Juan Marcos Foyth la tuvo, la tiene y la tendrá. Y es seguramente por eso que el futbolista nacido el 12 de enero de 1998 en La Plata jugó como mediocampista -si hasta llegó a ser enganche- durante sus primeras etapas junto a la número 5.

Entró a las categorías formativas de Estudiantes de La Plata en el año 2009, y hasta la Séptima ocupó puestos de volante, siendo un enlace entre los defensores y los atacantes, con particular énfasis en la parte ofensiva. El entrenador Martín Gaimaro lo retrasó hasta la zaga central en esta etapa y comenzó a destacarse en forma singular gracias a esa mixtura entre firmeza defensiva y talento creativo. En 2015 recibió premiaciones por su desempeño como jugador y su actitud, y un año más tarde Fernando Ortiz lo ubicaría en Reserva del club pincha. 

El 19 de marzo de 2016, en tanto, sería un día especial para Foyth, ya que hizo su debut como profesional en cotejo que Estudiantes disputó ante Patronato, y ganó 1 a 0. En 2017 llegaría el turno de cerrar su etapa como jugador del conjunto platense, ya que el duelo ante Nacional de Potosí por Copa Sudamericana marcaría su presentación concluyente del ciclo en el club. Fue el 30 de agosto de ese año que se confirmó su venta al Tottenham Hotspur de la Premier League inglesa, y transitaría tres temporadas allí alternando grandes momentos con otros de transición, para ser cedido en octubre de 2020 al Villarreal español, que luego compraría su pase, ya en junio de 2021, debido a sus grandes actuaciones.

Entretanto, Foyth fue en 2017 llamado a participar del Sudamericano Sub 20 disputado en Ecuador y la consecuente, tras la clasificación agónica en este torneo, Copa del Mundo celebrada en Corea del Sur. Asimismo, le llegaría su citación a la Selección Mayor de Argentina el 28 de septiembre de 2018, cuando Lionel Scaloni posó su lupa sobre el defensor y lo convocó para dos microciclos: el primero, amistosos ante Irak y Brasil; el segundo, encuentros ante México, donde Foyth hizo su ansiado debut el 16 de noviembre en triunfo por 2 a 0.

Pero su historia de amor con la Celeste y Blanca recién se iniciaba, porque el platense también fue parte del plantel que se quedó con el tercer puesto en la Copa América de Brasil 2019 y se consagró en la Finalíssima 2022 ante Italia. Luego le llegó su oportunidad máxima, siendo considerado para formar parte del equipo nacional que representa al país en el Mundial de Qatar, alcanzando el escalón por la gloria máxima. Juan Foyth, como los otros 25 guerreros de Scaloni, demuestran si son llamados a la acción, se adaptan, luchan, saben sufrir, y van siempre por todo.

 

Julián Álvarez

"Bienvenidos a Calchín, la tierra de Julián Álvarez", reza una gigantografía en la entrada del pueblo cordobés donde nació el 31 de enero de 2000 el actual delantero del Manchester City. Allí se pueden observar dos fotos: uno con la camiseta de River haciendo su típico festejo de araña y el otro con la Celeste y Blanca sosteniendo la Copa América. 

Su pasión por el fútbol nació desde muy pequeño, cuando comenzó a acompañar a sus dos hermanos a jugar a la pelota. Por este motivo, se incorporó a la escuelita de fútbol del Club Atlético Calchín, donde rápidamente comenzó a destacarse entre sus compañeros.

Cuando apenas tenía once años, un árbitro cordobés le comentó a Piero Foglia, histórico ojeador de juveniles, que tenía que acercarse a ver a un chico que era distinto al resto. Tan solo un partido le alcanzó para darse cuenta que la Araña tenía un talento superior y rápidamente le consiguió una prueba en el Real Madrid. “Pensé que antes de llevarlo a España, lo tenía que monitorear en River o en Boca, que son las medidas más altas del Fútbol Argentino. Terminó quedando en los dos, pero yo ya le había dado la palabra a la gente del Madrid”, explicó Piero tiempo después.

A pesar del cambio de país, en su travesía europea continuó destacándose: jugó cinco partidos en el torneo Peralanda, marcó dos tantos y se consagró campeón. Sin embargo tuvo que retornar a la Argentina, debido a las restricciones de edad sobre los fichajes extranjeros que existen en España.

De retorno a su pueblo natal, siguió jugando y divirtiéndose en su querido Calchín, hasta que dos años después volvió a estar en el radar de River. “Me vieron en una prueba de jugadores Sub-15, en Embalse Río Tercero, y me dijeron si quería ir. No lo dudé porque ya era más grande y sabía que las oportunidades se me iban a acabar. Además, mi familia me apoyó totalmente y eso terminó de inclinar la balanza”, le explicó Julián al sitio oficial del club de Núñez.

A River llegó definitivamente en enero de 2016 y, desde allí, su crecimiento fue exponencial: en 2018 fue sparring de la Selección Argentina en el Mundial de Rusia y luego integró los planteles albicelestes que disputaron el Mundial Sub 20 de Polonia 2019 y el Preolímpico Sudamericano de Colombia 2020. Anteriormente, hizo su debut en la Primera División de River con tan solo 18 años y rápidamente se transformó en una importante pieza para el entrenador Marcelo Gallardo.

 

 

Lautaro Martínez

El Toro. Un apodo que cayó de maduro, describiendo a la perfección a un delantero lleno de fuerza, olfato y empuje. Ese es Lautaro Martínez, nacido el 22 de agosto de 1997 en la ciudad de Bahía Blanca, lugar donde pateó sus primeras pelotas y comenzó a tomarle el gusto a las redes infladas.

De familia futbolera, Lautaro siguió los pasos de su papá Mario, quien vistió la camiseta de Villa Mitre durante cinco temporadas en la B Nacional. Bastante más lejos del área rival, él jugaba como lateral izquierdo. Además de su recorrido por el club bahiense, también tuvo paso por el Torneo Federal defendiendo a Rosario Puerto Belgrano de Punta Alta, Racing de Olavarría y Liniers de Bahía Blanca. Esta última fue la institución que, años después, le abrió las puertas a su hijo.

Con apenas ocho años, Lautaro empezó a dar sus primeros pasos con los colores de Liniers, acompañado también por su madre Carina y sus dos hermanos. A los 15 llegó su debut en Primera: fue el 16 de mayo de 2013, en el empate 2-2 ante Puerto Comercial. A los 16 minutos del segundo tiempo, el entrenador Alberto Desideri tomó la decisión de mandarlo a la cancha con el encuentro 0-2. Instantes después de su ingreso, el Toro marcó el descuento y luego asistió a un compañero para el 2-2 final.

Su talento no tardó en trascender. Durante un entrenamiento en Liniers con la Selección de Bahía, Fabio Radaelli, en aquel entonces director técnico de la Reserva de Racing, lo vio de casualidad y no dudó en ficharlo. La gente de la Academia estaba realizando una prueba de futbolistas en el mismo predio pero, pese a haber terminado con su labor, permanecieron en el lugar y le pusieron el ojo a la nueva joyita.

A pesar de que algunos clubes europeos ya habían consultado por el delantero que se destacaba en las Inferiores, Lautaro no perdió el foco de su objetivo y debutó en la Primera de Racing el 31 de octubre del 2015. El entrenador Diego Cocca lo puso en cancha a los 78 minutos del encuentro ante Crucero del Norte, en lugar de Diego Milito.

A base de buenas actuaciones, la Selección Argentina llamó a su puerta. Tras haber participado en el torneo de L’Alcudia 2016 (fue elegido la figura del certamen) y del Mundial Sub-20 Corea del Sur 2017, Lautaro se ganó un lugar en la Mayor. El 27 de marzo de 2018, Jorge Sampaoli lo mandó a la cancha a los 59 minutos en el amistoso ante España donde la Albiceleste cayó por 6-1.

Aquel debut en la Selección con sabor amargo fue endulzado rápidamente. El actual delantero que llegó al Inter de Milán luego de 48 partidos con la camiseta de Racing, ya tiene la Copa América y la Finalissima en su palmarés (participó en la edición 2019 y se coronó en 2021). 

 

 

Leandro Paredes

Los futbolistas, o en realidad, los participantes de cualquier disciplina pueden ser descriptos de diversas maneras; analizando sus aptitudes, su desarrollo, su jerarquía en la escala competitiva… Pero hay un arte cuyo dominio es indescriptible, más bien es disfrutable, y ese arte es el talento. Probablemente, dicho don se haya cimentado en la figura de Leandro Daniel Paredes debido a sus participaciones en clubes de baby fútbol de su barrio natal: San Justo. En la temporada ’97/’98, con tan sólo tres años para el nacido el 29 de junio de 1994, el pequeño jugador comenzó a jugar en La Justina, aunque también mostró su habilidad en San Pantaleón, de la localidad lindera de La Tablada.

Al mudarse a Mataderos jugó para Brisas del Sur, donde su distintiva pisada comenzó a forjarse para sorprender a propios y extraños. Un gran partido frente al Club Parque, histórico del futsal argentino, llamó la atención de Ramón Maddoni, experto en materia de captación, quien le ofreció a Paredes su primera oportunidad de demostrar su capacidad en las grandes ligas. Nada más y nada menos que Boca Juniors le abrió sus puertas, institución que ya era admirada por el pequeño soñador. Es que la pasión de su tío Luis influenció al chico, que se nutrió de conocimientos y afectos al ver jugar a aquel virtuoso pariente que supo compartir terreno, entre otros cracks del Argentinos Juniors categoría ’78, con Juan Román Riquelme.

La historia en la cantera xeneize cuenta que el volante logró destacarse desde su preadolescencia, brillando en un torneo disputado en 2006 en España y superando escalafones bajo el mote de “promesa” para alcanzar la élite en 2010. Claudio Borghi lo subió al primer equipo y orientó al juvenil para que comprendiera la relevancia de culminar los estudios secundarios. Docencia mediante, entonces, el entrenador le dio su primera oportunidad ante Argentinos Juniors, ingresando a los 38 minutos del segundo tiempo en un encuentro por el Apertura en el que reemplazó a Lucas Viatri.

Tras superar algunos altibajos durante el Clausura 2011, Paredes volvió a ser tenido en consideración por Julio César Falcioni. Grandes actuaciones le dieron continuidad y confirmaron el talento de Paredes, que en el Final 2013 no gozaría de demasiados minutos en cancha bajo el comando de Carlos Bianchi y sufrió una dura lesión ligamentaria en un entrenamiento que lo alejó por un tiempo de las canchas y, finalmente, de Boca Juniors.

Entretanto despliegue en el fútbol local, Leandro vivenció experiencias inolvidables vistiendo la camiseta de las selecciones Sub 15 y Sub 17, llegando a disputar los Sudamericanos de cada categoría (en 2009 y 2011, respectivamente). Y el clímax de su carrera, ya con ruedo en el fútbol europeo, ocurrió el 13 de junio de 2017, cuando Jorge Sampaoli lo incluyó en el plantel mayor que superó 6-0 a Singapur con un gol suyo a los 74 minutos, en un amistoso internacional. Desde ahí en adelante, se gestó una relación entre el mediocampo de Argentina y el nombre de Leandro Paredes, quien recibió la confianza de Lionel Scaloni para formar plantel del plantel argentino en Qatar.

 

Lionel Messi

El 24 de junio de 1987 es la fecha marcada en el calendario. Ese día, en la Clínica Italiana de Rosario nació Lionel Andrés Messi, el tercer hijo de Celia y Jorge. “Desde chiquito siempre estaba con la pelota, me gustaba jugar a todo, pero con la pelota era lo máximo. Además, en mi familia somos todos futboleros, jugaban mis hermanos, mis primos, todos. El fútbol siempre fue el tema principal en casa. Así que cuando pude, a mis cuatro años, estaba jugando en un club de barrio”, explicó Leo al recordar sus inicios.

El club al que Messi hace mención es Abanderado Grandoli. Cuando apenas tenía cuatro años, fue junto con su abuela Celia al club a acompañar a su hermano Matías, pero todo cambió cuando faltó uno para completar el equipo. “Mi abuela le empezó a decir al técnico, al que conocía de toda la vida 'metelo a este'. 'No, qué lo voy a poner, mirá lo chiquito que es, estás loca, le va a hacer mal', le decía él. A lo que ella sostenía: 'metelo, metelo'. Se ve que entré, que hice un par de cosas y a partir de ahí le dijeron que me compre botines y me lleva la semana próxima a entrenar”, contó el capitán de la Selección Argentina.

Tras destacarse en Grandoli, llegó a Newell’s cuando tenía siete años. Como su hermano Rodrigo jugaba en el club, el coordinador general le pidió que se sume a las categorías inferiores. Y a pesar de jugar con chicos más grandes que él (en cuanto a edad edad y físico), continuó maravillando a todos con la pelota en los pies. Allí estuvo entre marzo de 1994 y octubre de 1999, convirtiendo 234 goles en 176 partidos. “Cuando teníamos once años, jugamos un torneo en Balcarce y fuimos el comentario de todos. Me acuerdo que Messi hizo un desastre. Después de que la agarraba, los rivales sacaban del medio. A veces los del fondo nos aburríamos mucho porque casi todo lo resolvía él”, recordó en una oportunidad el defensor Lautaro Formica.

Antes de emigrar a Barcelona, tuvo dos episodios con clubes argentinos: en 1995 disputó un torneo infantil con Central Córdoba y, en el 2000, estuvo a prueba en River pero no pudo llegar al club por problemas con su pase.

Una vez ya instalado en España, se hizo realidad su sueño de vestir la camiseta de la Selección Argentina. En 2004 debutó con la Sub 20 en un amistoso y al año siguiente no solo se quedó con el Mundial de la categoría sino que también finalizó el certamen como goleador y obtuvo el premio al mejor jugador. En 2008, ya siendo un reconocido jugador a nivel mundial, ganó los Juegos Olímpicos con la Selección Sub 23.

 

 

Lisandro Martínez

El defensor argentino nació en la ciudad de Gualeguay, Entre Ríos, el 18 de enero de 1998. Su romance con la pelota comenzó desde muy pequeño: sus primeros pasos en el fútbol fueron desde los cuatro años en el club Urquiza de su ciudad. Años después, se probó con éxito en Libertad, donde jugó hasta los 15 años. 

Afortunadamente, un allegado al joven le facilitó una prueba en Newell’s y fue precisamente en el club rosarino, de la mano Jorge Griffa, buscador de talentos, donde comenzó su carrera futbolística. Era el momento de alejarse de su Gualeguay natal, del día a día con su familia, con quienes confiesa haber sido muy apegado y comenzaba el desafío de compartir su rutina con nuevos compañeros en la pensión del club. 

A sus 17 años, Lisandro fue tenido en cuenta por el entrenador de la Reserva, y poco tiempo después, fue convocado para una pretemporada con la Primera División. En aquel entonces, Martínez ya tenía claro cuáles eran sus sueños: ser jugador profesional. 

En enero de 2017, el zaguero comenzaría a escribir una etapa muy especial en su carrera: el entrenador del Seleccionado Sub 20, Claudio Úbeda, lo convocó para participar del Sudamericano en Ecuador. El defensor vestía por primera vez los colores de la Selección Argentina, ingresando en algunos encuentros de aquel certamen. Meses después, armó las valijas para ir al Mundial Sub 20 en Corea, aunque allí formó parte del banco de suplentes. 

Aquellos eran tiempos de buenas noticias para Lisandro Martínez. Fue de la mano de Juan Pablo Vojvoda cuando el joven debutó en la Primera División. Se trataba del último partido del campeonato, un 27 de junio de 2017, frente a Godoy Cruz en condición de local. El partido dejó el saldo de una derrota por 2-0. Posteriormente, Juan Manuel Llop fue quien asumió como entrenador del Parque de la Independencia, y quien posteriormente no tendría en cuenta a Lisandro en el futuro inmediato. 

En agosto de aquel año, apareció Defensa y Justicia en escena y el zaguero se fue a préstamo a Florencio Varela, que terminaría comprando su pase un tiempo después. Durante su segunda temporada en el club, el equipo tuvo un gran rendimiento y estuvo por ganar la pulseada ante Racing, pero quedó en segundo lugar de la Superliga.

Sus grandes actuaciones en nuestro país hicieron que el Ajax holandés, equipo reconocido mundialmente por ser una escuela en el fútbol, se fijara en él para iniciar su aventura por Europa.

 

 

Marcos Acuña

Humildad, perfil bajo, sencillez y serenidad. Características que definen a la perfección a Marcos Acuña. El Huevo, como se lo conoce popularmente, nació y creció en la ciudad neuquina de Zapala, donde es ídolo y amado por todos. En su barrió comenzó a jugar a la pelota y, lógicamente, a destacarse entre sus compañeros. Su primer equipo fue Olimpo, donde rápidamente sorprendió a todos con sus condiciones. “Para nosotros es un placer que Marquitos haya estado en nuestra escuelita. Nos sentimos muy orgullosos de verlo donde está hoy”, explica Patricio Maliqueo, uno de sus primeros técnicos.

Luego pasó por Tiro Federal y cuando tenía seis años llegó a Don Bosco para jugar un torneo provincial. Más tarde, cuando tenía 13 años, retornó definitivamente para disputar con el club la liga local.  Allí conoció a Gabriel Rouret, quien además de ser su entrenador, se convirtió en persona importante en su vida. “Es muy humilde y generoso, un chico de pueblo que nunca se creyó más que nadie por eso se le abrieron tantas puertas”, explicó tiempo después el técnico.

Cristian Querci, compañero suyo de Don Bosco, recuerda: “Marcos fue siempre el distinto del equipo. Me acuerdo que cuando empezamos a jugar, la remera le llegaba hasta las rodillas pero la descocía. La agarraba en mitad de cancha, hacia dos o tres jueguitos y cualquier arquero que lo enfrentaba ya sabía que en cualquier momento se venía el remate”. Con el correr del tiempo, y con sus grandes condiciones, se convirtió en figura de Don Bosco. “Varias veces quise ponerlo de enganche para que jugara libre y aprovechara sus condiciones, pero él insistía en moverse contra la línea. Igualmente, acá era un volante muy ofensivo, con gol. En Ferro fue donde realmente le enseñaron a marcar”, señala Rouret.

Tras algunas pruebas fallidas en distintos clubes, permaneció en el club neuquino hasta los 17 años, cuando Daniel Mellado, el padre de un compañero suyo, le consiguió una prueba en Ferro. Allí consiguió quedar y tres años después, luego de pasar por Cuarta y Quinta División, debutó en Primera División con la camiseta verdolaga.

Durante 2014 años arribó a Racing, su último equipo en la Argentina. En Avellaneda fue una pieza fundamental en el equipo que se consagró del Torneo de Transición. Tras el título conseguido, retornó como siempre de visita a su Zapala natal: allí fue recibido por miles de personas y desfiló por la ciudad subido a un camión de bomberos.

 

 

Nahuel Molina

A orillas del Embalse Río Tercero, el Club Náutico Fitz Simón lleva 64 años brindando un espacio para practicar voley, basquet, rugby, patín, handball y fútbol, por supuesto. Allí comenzó a patear la redonda Nahuel Molina Lucero, nacido el 6 de abril de 1998. Tras la obtención de la Copa América, ese predio deportivo en el que pasó su infancia ahora lleva ahora su nombre.

Nos hemos criado con fútbol siempre. Mi papá nos inculcó eso desde chicos y yo jugaba en cualquier cancha que se cruzara: en el club, en la escuela o en el patio de mi casa”, aseguró Molina en una entrevista tiempo después. Maximiliano Jaimes, uno de sus primeros entrenadores, suele contar que Nahuel siempre estaba antes que sus compañeros en la práctica y se quedaba un rato más una vez que habían terminado.

A los 11 años, Molina debió tomar una difícil decisión: abandonar su pueblo, su club, su familia y amigos para perseguir su sueño. Un proyecto del Barcelona lo llevó hacia la academia del club español en San Justo. “El desarraigo es una experiencia tremenda, pero él nunca quiso volver, estaba convencido. Con el diario del lunes sabemos cuánto le costó”, narra Hugo, su padre.

Así, Nahuel cambió la camiseta verde y amarilla por la azulgrana por un tiempo. Luego de una experiencia inolvidable, que incluyó viajes a Europa y entrenamientos en La Masía, el coordinador del proyecto asumió como entrenador de juveniles en Boca y hacia allí fue Molina. “El club me dio muchísimas oportunidades. Ellos también me formaron como jugador y como persona”, señala el defensor.

Con solo 17 años, le tocó debutar en la Primera de Boca. El 18 de febrero de 2016 en San Juan ingresó en la victoria por 1-0 ante San Martín. Sin embargo, a pesar de disfrutar del momento, solo pudo jugar nueve partidos en el club y fue cedido a préstamo, primero a Defensa y Justicia y luego a Rosario Central. Allí fue donde logró asentarse y ganar continuidad.


En la pandemia debió afrontar un nuevo desafío: quedó libre de Boca y tuvo que entrenar por su cuenta durante un tiempo. La mudanza Udinese y su rendimiento posterior fueron las claves para cumplir otro sueño: llegar a la Selección Argentina y ser campeón en el Maracaná.

Durante los homenajes en su pueblo, el actual jugador del Atlético de Madrid se emocionó particularmente con un regalo: una pequeña camiseta verde y amarilla con la que había disputado sus primeros partidos con Fitz Simón. “Por más que me fui de chico, nunca estuve solo, tuve el aguante del pueblo”, dijo Molina en su regreso a Embalse.

 

Nicolás Otamendi

Diego Maradona fue el primero en vestirlo de celeste y blanco. El 20 de mayo de 2009 en un amistoso contra Panamá, Nicolás Otamendi salió a la cancha como titular en la victoria 3-1 de la Selección Argentina, conformada por futbolistas que en aquel entonces jugaban en el torneo local. Ese iba a ser el puntapié inicial de una larga carrera con la Albiceleste pero antes, hay una historia de puro esfuerzo.

Otamendi nació en el Talar de Pacheco, Tigre, el 12 de febrero de 1988. Pese a su gusto por el boxeo, finalmente decidió inclinarse por la pelota y no por los guantes. Sus primeros botines los usó para defender las camisetas de Villa Real y Barrio Nuevo de San Fernando, club que dejó a los 8 años para pasar a Vélez Sarsfield.

El 721 hasta Panamericana, después el 365 hasta San Miguel y por último, el 169. Estas eran las líneas de colectivos que tomaba junto a su mamá Silvia para llegar a la Villa Olímpica de Vélez. Y tras haber crecido como persona y futbolista en el club de Liniers, llegó el tan ansiado debut en Primera: Hugo Tocalli decidió incluirlo el 10 de mayo del 2008, en la fecha 14 del Clausura 2008 ante Rosario Central, en lugar de Hernán Pellerano. Poco a poco, Nicolás se convirtió en una pieza fundamental para el Fortín. Tal es así que, un año después, fue uno de los pilares del Clausura 2009, donde pudo dar la vuelta olímpica.

Tras la primera citación a la Selección en aquel amistoso ante Panamá, logró ganarse la confianza de Diego Maradona, quien lo citó para las Eliminatorias de Sudáfrica 2010 y luego le dio un lugar en el Mundial, donde el conjunto nacional llegó a cuartos de final.

Luego de su participación en la Copa del Mundo, varios equipos europeos quisieron llevárselo al viejo continente. El Porto fue quien ganó la pulseada y se quedó con el central que gritó campeón en ocho oportunidades con el equipo portugués.

Atlético Mineiro (Brasil), Valencia (España) y Manchester City (Inglaterra), disfrutaron de las cualidades del zaguero argentino. En paralelo, luego de un tiempo de ausencia, Otamendi volvió a la Albiceleste para disputar la Copa América edición 2015, 2016 (en ambas fue subcampeón), 2019 y las Eliminatorias rumbo a Rusia, su segundo Mundial.

Ya de vuelta en Portugal, esta vez para defender a Benfica, se puso a disposición de Lionel Scaloni y fue allí donde pudo gritar campeón en la Copa América 2020, tras ganarle la final a Brasil en el Maracaná. 

 

 

Nicolás Tagliafico

La infancia de Nicolás Tagliafico está teñida de verde y blanco. Estos son los colores del Club Atlético y Social Villa Calzada donde comenzó a jugar al baby fútbol y donde comparte un pedestal destacado junto con los exfutbolistas Fernando Redondo y Héctor Enrique. También son los colores que distinguen a Banfield, una pasión que atraviesa a su familia.

Los abuelos Tagliafico empezaron a seguir al Taladro y heredaron ese amor a las siguientes generaciones. Nicolás recuerda, en una nota con El Gráfico, que de chiquito usaba una camiseta verde y blanca que le llegaba hasta las rodillas. Su mamá, María Teresa, veía al equipo ya con él en la panza. Sus hermanos también pasaron por las inferiores del club. Por eso no sorprende que Banfield haya sido el lugar elegido para continuar su carrera.

En total, casi 15 años pasó Tagliafico en el club del Sur: desde preinfantiles hasta Primera. Recuerda haber pedido autógrafos a jugadores como Ángel Comizzo o Garrafa Sánchez. En simultáneo iniciaba también su carrera en la Selección Argentina, con convocatorias desde la Sub 15.

Nicolás describe a Banfield como su segunda casa. Allí pudo debutar en Primera División el 11 de marzo del 2011. “Fue muy lindo, logré cumplir un sueño”, señaló aquel día a Código Banfield. Luego le tocó afrontar un momento muy duro: el descenso del Taladro a la Primera Nacional.

Durante la temporada 2012-13, Tagliafico vistió la camiseta del Real Murcia español, donde fue titular indiscutido. Sin embargo, regresó a Banfield y fue partícipe de la vuelta del club a Primera.

En 2015 llegó el momento de dar un nuevo paso en su carrera y así fue como desembarcó en Independiente. Fiel a su estilo de pierna fuerte, proyección constante y entrega total, conquistó a los hinchas del Rojo y se adueñó del lateral. “Representa todo lo que quiero para mi equipo”, aseguró Ariel Holan, su DT en aquella etapa. 

En el Libertadores de América, Tagliafico se convirtió en líder y capitán. Disputó 111 partidos y encabezó el regreso de un mítico saludo del club, con los brazos levantados y mirando al público. Casualidad o causalidad, el Maracaná de Brasil fue protagonista de su recuerdo más feliz en el club: su foto levantando la Copa Sudamericana, con una venda en su cabeza por un fuerte choque, todavía emociona a los hinchas del equipo de Avellaneda.

Cuatro años después de aquel título, Tagliafico se convertiría en el único argentino en dar dos vueltas en el mítico estadio. Sin venda en la cabeza, pero con la Copa América en sus manos, Nicolás repitió la foto del campeón.

 

 

Paulo Dybala

La capacidad de impresionar a otro, en cualquier disciplina social, debe ser uno de los atributos más reconfortantes para el desarrollo de la autoestima. En el fútbol, generar esa sensación de emoción o sorpresa al golpear una pelota es virtud de unos pocos. Para Paulo Exequiel Dybala, nacido el 15 de noviembre de 1993 en Laguna Larga, Córdoba, esa conexión entre el juego y el reconocimiento ha sido tradición en su vida.

Desde sus primeros pasos, cuando su padre Adolfo lo llevó al club Sportivo Laguna Larga, en ese entonces como actividad recreativa, Paulo demostró calidad y un gran olfato de goleador. Destacándose en las categorías menores de dicha institución, dio un salto al unirse al Club Atlético y Biblioteca Newell’s Old Boys, también de su tierra natal. Y con tan sólo 10 años recibió una oferta para probarse en Instituto, uno de los equipos más importantes de la provincia.

Paulo viajó junto a su mentor del corazón y en tan sólo 10 minutos fue captado por Santos Turza. A pesar de ser definido como un futbolista de biotipo “menudito”, según su descubridor, una espléndida pegada se sumó a sus dotes para controlar con zurda y dichos condimentos valieron para que desde Instituto se aceptara la condición de un joven muy vinculado a sus raíces: Paulo y Adolfo viajarían día a día para acudir a los entrenamientos del club, pero no se quedaría en la pensión.

Con 15 años, vivió uno de sus momentos más duros debido al fallecimiento de su padre, de su acompañante, de su guía. Unos meses de congoja lo obligaron a retornar al club Newell’s, donde ya había jugado, rutina que lo acercaba al calor de su familia. Sin embargo, seis meses más tarde, con consagración en Quinta mediante, aceptó regresar a Instituto y vivir en la pensión.

El 12 de agosto de 2011, con 17 años, hizo su debut profesional en el club cordobés que militaba en la Primera Nacional, bajo la conducción de Darío Franco. En su segundo partido convirtió su primer tanto ante Aldosivi. Contando con la cobertura inusitada a la que invitaba la participación de River Plate en el certamen, la prensa advirtió que el joven Dybala contaba con condiciones prometedoras. Así pues, el jugador cordobés rompió varias marcas en la institución, siendo el único futbolista en anotar dos tripletes en la misma temporada por torneos AFA, además de convertirse en el artillero más joven, superando la marca de Mario Kempes.

Grandes actuaciones le dieron a la Joya la oportunidad de cruzar el océano y empezar su historia en el Viejo Continente. Y en medio de tanto vértigo llegaron los llamados de las Selecciones Nacionales: la Sub 20 de Walter Perazzo lo tuvo entre sus filas en 2011, aunque fue cortado antes del Mundial. Posteriormente, Marcelo Trobbiani lo solicitó para el Sudamericano de 2013, pero el Palermo italiano no lo cedió. Ya en 2014, Antonio Conte intentó convencerlo de jugar para la Squadra Azurra, pero Paulo, el cordobés cuyos tatuajes evidencian el eterno apego a su tierra (comparte una rúbrica particular en su piel con su grupo de camaradas de infancia, “La banda de la joya”), no aceptó. En 2015, entonces, llegó su gran propuesta: Gerardo Martino lo citó a la Mayor albiceleste. Y el 13 de octubre hizo su estreno ante Paraguay, por la segunda fecha de las Eliminatorias rumbo al Mundial de Rusia.

Hoy, la Joya cuenta con 35 partidos en la Selección absoluta nacional. Tres festejos, la disputa de un Mundial, participación en Copa América y la victoria ante su conocida Italia en la Finalissima 2022. Dybala muestra su semblante humilde en cada lugar a donde viaja. Cierto rasgo tímido aún puede vislumbrarse a pesar de tantos flashes. Y un compromiso con el juego que le hace honor a su querido Adolfo.

 

 

Rodrigo De Paul

“Vamos a ganar la Copa América 2021 en Brasil y vamos a quedar en la historia, para toda la vida”. No fueron palabras vacías. Rodrigo De Paul tenía bien en claro su objetivo desde el principio. Ese sueño que anhelaba desde chico, finalmente lo pudo cumplir con la Selección Argentina.

Nacido el 24 de mayo de 1994 en Sarandí, Rodrigo empezó a patear la pelota casi al mismo tiempo que comenzó a caminar. A los tres años ya iba al club Deportivo Belgrano de la mano de su hermano Damián. Y, como jugaba con chicos de mayor edad, en más de una oportunidad lo enviaban al arco.

Apoyado siempre por su abuelo Osvaldo y por su mamá Mónica, a los ocho años fue a probarse a Racing Club con un amigo y quedó seleccionado. Dejó los guantes atrás y se desempeñó como volante creativo. Años después, a base de mucho talento y sacrificio, y con Luis Zubeldía como entrenador, de Paul debutó el 10 de febrero de 2013 en la derrota 3-0 de la Academia frente a Rafaela, por la primera fecha del torneo. Su ingreso se dio a los 76 minutos de partido, reemplazando a Mauro Camoranesi.

Después de dos buenas temporadas en Avellaneda, el Valencia de España fue su primer destino internacional. En su aventura inicial por Europa sumó 45 partidos y luego retornó una temporada más a Racing, allá por 2016. El 20 de julio de 2016, Udinese adquirió los servicios del volante para llevárselo a la Serie A de Italia, donde se pudo ver una de sus mejores versiones durante cinco años, siendo una pieza fundamental en el equipo.

La Selección Argentina iba a llegar por primera vez a la vida de Rodrigo en 2018, convocado por Lionel Scaloni. El 11 de octubre, en un amistoso ante Irak, pudo hacer su primera presentación en lo que fue victoria por 4-0.

De a poco comenzó a ganarse un lugar indiscutido en la Selección Argentina. Fiel socio de Messi dentro de la cancha, De Paul se metió en la lista de convocados para la Copa América 2019, en la que el equipo obtuvo el tercer puesto.

La gloria llegó dos años después, nada más y nada menos que en el Maracaná y ante Brasil. El tan ansiado título que se le venía negando a un país durante tanto tiempo, lo tuvo a él como una de las grandes figuras.

Con la obtención de la Copa América 2021, tal como él había vaticinado días antes, esa Selección Argentina quedó en la historia. Sin embargo, para el actual futbolista del Atlético de Madrid aún quedan muchas páginas por escribir…

 

 

Thiago Almada

Hay un condimento en el futbolista sudamericano que es codiciado a nivel mundial. Se trata de un condimento que, por sobre la gran mayoría, abunda en nuestra tierra, a pesar del temor que avizora el pueblo respecto de la posible pérdida de ese gen. Y ese es el gen del potrero, el de los gestos técnicos inconfundibles que forjan una marca registrada. Es el gen de la gambeta, de la rebeldía, del amor por el fútbol. Es el gen que encumbra la figura de Thiago Almada, jugador de la pelota nacido el 4 de abril de 2001 y criado en el barrio Ejército de los Andes, el Fuerte Apache. Jugador que pisó la tierra anteriormente labrada por los pies descalzos de Carlos Tevez, con las canchitas del club Santa Clara como testigo de su crecimiento.

Y tal era su brillo que el Club Atlético Vélez Sarsfield advirtió sus dotes cuando tenía tan sólo cinco años, siendo un infante, el mismo que se dedicaría a colaborar en la venta de verduras en el barrio y el rejunte de botellas para el reciclado. Su progreso fue exponencial a medida que adquirió conceptos en campo grande, y cuando jugaba para la Sexta División del Fortín fue citado como sparring al Mundial de Rusia 2018, por lo que pudo saborear el tenso y apasionante ambiente de una Copa del Mundo.

En tanto, el 10 de agosto de 2018 debutó como profesional para Vélez en la victoria por 2 a 0 sobre Newell's Old Boys. En la fecha 11 de la Superliga 2018 estamparía sus primeros gritos sagrados, con dos tantos ante Defensa y Justicia. Los números de esa etapa, por cierto, marcan 8 goles en 40 partidos durante esas primeras dos temporadas como intérprete asentado en el mundo de la redonda. Luego llegaría la pandemia ocasionada por el Covid-19 y ya en 2022 sería fichado por el conjunto estadounidense Atlanta United, perteneciente a la Major League Soccer (MLS). Sería el 13 de marzo el día para su debut, el empate 3-3 ante Montreal el que lo reencontró con el gol y el mes de noviembre el de su reconocimiento por el gran talento demostrado en la liga, siendo elegido mejor fichaje del año.

Pero antes de cambiar de aires, el Guayo consiguió su citación a la Selección Sub 20 para el Sudamericano de 2019, donde Argentina salió segunda. Asimismo, disputaría los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (en 2021) y fue convocado a la Selección Mayor para hacer su debut oficial el 23 de noviembre del 2022, ingresando desde el banco en duelo amistoso ante Honduras que la Albiceleste ganó por 3 a 0.

Con una corta y frenética carrera que registra 32 goles en 134 partidos en total, estadística a la que se le añaden 17 asistencias, Thiago Almada fue citado en reemplazo de Joaquín Correa para representar al país en el Mundial de Qatar 2022, ese que tanta ilusión genera a cada argentino que flamea su bandera guiado por el gran capitán, Lionel Messi. Almada, entonces, es otro de los guerreros que pelean por el sueño máximo, conducido por Lionel Scaloni y acompañado por 45 millones.