Nacido en tierra de la legendaria tortuga Manuelita, Jonás Basso contradice el mito, porque basa su estilo de juego, su defensa aguerrida, en la velocidad y picardía futbolera. Pero eso lo fue aprendiendo, claro, y bien de a poco. ¿Dónde? En su querido Independiente de Mones Cazón, localidad donde dio sus primeros pasos, tanto con un balón como sin él...
Y fue Enrique Campaña el técnico que le enseñó a llevarse bien con la pelota chica, la de baby. Poco tiempo después cambiaría la suela de sus botines y utilizaría los tapones en cancha grande. Difícil al principio, como para todo niño, pero hermoso más tarde. Hermoso sueño que se haría realidad. Es que el debut de Jonás se dio en 2007, en la Primera División de la Liga Pehuajense de Fútbol, con su querido Rojo y de la mano de Luis Colman. Lógicamente, se trató del primer escalón en una carrera que recién abría sus puertas. De hecho, en su tercer año en el primer equipo de Independiente, Basso tuvo el honor de disputar la final de la LPF en 2009. Su amado juego ya daba frutos.
Aún mejor fue su paso por Sarmiento de Junín, donde desarrolló una técnica que le permitió convertirse en jugador polifuncional. Y todavía mayor fue el avance en River. Sí, el equipo de Núñez lo tuvo en Cuarta División durante dos años. Temporadas en las que conoció las grandes ligas y fue campeón en dos oportunidades. Su amado juego lo subía a un pedestal inolvidable.
Pero habría más alegrías en el camino. Con 21 años, ya inmerso en la primera juventud y con un estilo marcado por su fiereza en la marca, desempeñándose como zaguero, principalmente, o también como lateral, Jonás llegó al aeropuerto de la mano de la número 5. El pibe de Mones Cazón se embarcó en vuelo hasta Europa. Lo esperaba, nada más y nada menos, España. El Club Deportivo Puertollano lo recibió y lo adapató a las costumbres de Ciudad Real, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Y de allí no salió, porque, a los 23 años, el tour de Basso se sumerge en una ola exitosa de actualidad.
El Club Deportivo Ciudad Real es su nueva casa. Mudanza cercana y costumbres conocidas. Pero mucha experiencia por transitar. Jonás Basso: su amado juego le permitió cruzar el océano e hizo de sus iluiones un sueño real.