Goycochea, los penales ante Italia y la histórica clasificación a la final

Publicado: 29/06/2020

Sergio Goycochea aquel día se convirtió en leyenda, en el ‘Goyco’ para toda la eternidad, el arquero que ataja los penales decisivos. La historia había comenzado tres días atrás, cuando detuvo dos remates en la definición ante Yugoslavia. Aquella jornada ante Italia, en el San Paolo de Nápoles, se erigió para la eternidad en un desenlace ante Italia que quedó en la historia grande de nuestra historia futbolera.

Semifinales del Mundial de 1990. Italia, firme candidata a quedarse con el título por historia y localía, recibía al vigente campeón, a la Selección de Maradona, quien había divido a los hinchas locales por su historia de amor con el Nápoli. Argentina controlaba la pelota, mientras que los europeos lastimaban con réplicas veloces. Tal vez en lo que fue el mejor momento del equipo dirigido por Carlos Bilardo llegó el gol de los locales de la mano de Salvatore Schillaci. Sin embargo, no bajó los brazos y, a los 22 minutos de la segunda mitad, el Vasco Olarticoechea tiró un centro desde la izquierda que encontró la cabeza de Caniggia, quien se anticipó a Riccardo Ferri y al arquero Walter Zenga para marcar al 1-1. Un tanto que con el correr de los años quedó un poco en el olvido porque el mismo protagonista le convirtió a Brasil y por la figura del Goyco, que acaparó todos los flashes ese encuentro. Pero cierto es que allí estuvo otra vez Cani, con un gol clave, importantísimo en el recorrido en ese Mundial.

Tras la igualdad se disputaron dos tiempos suplementarios, donde Argentina sintió el esfuerzo físico tras 120 minutos jugados ante Yugoslavia tres días antes. A la hora de los penales, la historia es conocida. Con la definición 3-3 (convirtieron José Serrizuela, Jorge Burruchaga y Julio Olarticoechea), el Goyco le atajó el cuarto penal a Roberto Donadoni y luego convirtió Maradona. El desenlace se dio tras detener el remate de Aldo Serena. Inmediatamente el arquero argentino emprendió una corrida hacia sus compañeros, levantando eufórico el puño derecho mientras saboreaba la heroica celebración. Los italianos, atónitos, miraban a un plantel de futbolistas criollos que estaban abrazados y a los rugidos tras nueva epopeya en nuestra historia. "El festejo tras atajar el penal es mi mejor recuerdo del Mundial 90. Fue la representación más lúdica de lo que es este fútbol bendito: correr con un estadio enmudecido y escuchar sólo el grito de mis compañeros”, explicó el héroe de guantes y buzo colorido.