En su época de jugador, muchos lo veían como el entrenador dentro de la cancha. Sobre todo en aquel recordado Newell´s de fines de la década del '80 y principios de los '90, que logró campeonar en el mercado local y después estuvo cerca de subirse al peldaño más alto de América. Gran admirador de Marcelo Bielsa, un par de años después de su retiro como futbolista se puso el buzo de DT.
Su primer experiencia fue breve, con Brown de Arrefices en la B Nacional. Luego, tuvo un paso por Platense durante dos temporadas (1998-2000) y antes de tomarse el avión camino a Asunción, dirigió en Instituto de Córdoba. Un llamado motivador con característica +595 lo catapultó a tierra guaraní. Fue el principio de una historia rica como los chipá.
Libertad fue el club que enalteció su figura en el mercado paraguayo. Ganó títulos y prestigio. En su estadía por Cerro Porteño, la novela tuvo el mismo final. Llevó al equipo a ser el mejor del país. Con ganas de pasar un tiempo en Argentina, dirigió a Colón en una veintena de encuentros. Pero el acento guaraní le tiró y regresó a la tierra prometida. Otra vez ganador con el Albinegro, a fines de 2006 se le ofreció hacerse cargo del seleccionado. Y como no podía ser de otra manera, la respuesta fue un sí.
El estreno oficial del Tata como DT en Paraguay fue en la Copa América Venezuela 2007. Compartió grupo con Argentina y fue eliminado del torneo en los cuartos de final a manos de México. Poco a poco le fue inculcando su estilo a una gran camada de jugadores, entre ellos Justo Villar, Tacuara Cardozo, Roque Santa Cruz, Haedo Valdéz, Da Silva y Ortigoza. Haciéndo del Defensores del Chaco una fortaleza, ganó 10 de 18 partidos en las Eliminatorias Sudamericanas camino al Mundial de Sudáfrica. Con victorias incluídas ante brasileños y contra la Argentina, Paraguay terminó con 33 unidades, compartiendo la segunda colocación con el seleccionado chileno de Bielsa, su mentor.
En tierra africana, Martino logró un resultado histórico con la selección: lo depositó por primer vez en la historia entre los ocho mejores equipos del mundo. ¿Cómo fue el camino? Pudo sortear una zona complicada, en la que tuvo como rivales al campeón del mundo Italia (igualó 1-1), a otro conjunto europeo como Eslovaquia (le ganó 2-0) y a Nueva Zelanda, con quien igualó sin tantos para sellar la clasificación a octavos de final. En dicha instancia, superó en los penales a Japón para meterse en los cuartos, donde se encontró con España. Fue una encuentro atrapante, ya que antes del gol que le dio el triunfo a los españoles, Cardozo tuvo en sus pies la apertura del marcador con un penal que no pudo convertir. Cuando la Albirroja volvió a pisar suelo paraguayo, el público agredeció a Martino y a sus muchachos por haber logrado un resultado único.
Parecía que el ciclo del Tata como seleccionador guaraní había terminado post mundial. Pero el rosarino decidió seguir un año más para afrontar un nuevo desafío: la Copa América en Argentina. Y vaya que logró refrendar lo hecho en Sudáfrica. Con un equipo batallador, fue paso a paso hasta la final del certamen continental, donde cayó con Uruguay en la cancha de River. Fue derrota, pero volvió a hacer historia con Paraguay, ya que logró instalar al seleccionado en una definición continental después de 32 años de ausencia.
Los números cuentan que Martino dirigió a Paraguay en 72 encuentros, en los que cantó victoria en 26 ocasiones, igualó en 24 y perdió en los restantes 22. Al ver las estadísticas, se podría decir que fue una campaña regular a lo largo de los cuatro años que duró en el cargo. Claro, pero a lo que las matemáticas no puede hacerle frente es a la historia. Y Martino, sin dudas, quedó en los libros como el entrenador que instaló a los guaraníes entre los mejores.
"Me resulta muy difícil enfrentar a Paraguay. Hubiera preferido no jugar ante ellos. Tenemos una relación entrañable", dijo Tata en la conferencia previa al duelo por las semifinales. No es para menos, su corazón es argentino pero en un espacio de él tiene los mejores recuerdos de su vida paraguaya.