Su imagen trascendió el deporte. Por su discurso y mirada clara, este joven que supo debutar en la Selección Mayor antes que en la versión juveniles, se ha convertido en un emblema nacional. Más, aún, después del cruce épico en las semifinales del Mundial contra el holandés Robben. Así, con entrega y coraje, Javier Mascherano construyó una fantástica carrera. Nació en River, se mudó al Corinthians y al toque viajó a Inglaterra. Con un breve paso por el West Ham, en el Liverpool se convirtió en uno de los mejores volantes del mundo. Fue por eso que el Barcelona puso sus ojos en él. Esa es su casa hace cinco temporadas. Allí aprendió de Guardiola y se cansó de brindar con las copas junto a su amigo Messi.

Hoy parece lejano todo ese recorrido. También parece que pasó una eternidad desde su debut en el seleccionado, cuando Marcelo Bielsa lo soltó a la cancha con sólo 19 años. Se colgó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas y Beijing, siendo el único futbolista en la historia de la competición en lograrlo. Los técnicos cambiaron y él siempre se quedó. Vital en la cancha y para la unión del plantel, @Mascherano ya se instaló en el segundo puesto de la tabla de jugadores con más partidos disputados con la Celeste y Blanca, dejando atrás a Roberto Ayala.

Porque el 14 siempre dice presente...