Hay rivalidades que se instalan en el corazón del hincha desde el primer día que ve la pelota rodando por el verde césped. Si bien cada partido que juega la Selección se vive con gran intensidad, los latidos se aceleran cuando del otro lado de la cancha esperan camisetas verdes y amarillas. Argentina-Brasil, clásico duelo de cracks con estilos de juego bien definidos.
Júnior nació en Campo Grande, ciudad del Estado Mato Grosso do Sul. Brasilero de pura cepa, comenzó a sentir una gran atracción por el juego albiceleste en el Mundial de Francia ’98. Recuerda que ese año los chicos pintaban la pared de la escuela con los colores de Brasil, pero él preguntó si podía pintar con celeste y blanco. “No”, le contestaron, “¿no querés ser Ronaldo o Romario?”. El pequeño de ocho años no dudó en su respuesta: “No profesor, yo soy Batistuta”.
La pasión de Júnior por el fútbol argentino continuó creciendo a lo largo del tiempo: “Al principio no fue algo normal, me decían que estaba loco. Nunca hubo problemas pero bromeamos mucho al respecto. Un Brasil-Argentina en mi familia es algo muy especial”. Pero, claro, Júnior no está solo en este amor inexplicable. Su padre lo acompaña con el mismo fervor. “Me veía a mí frente a la tele, alentando, y terminó siendo tan hincha como yo”, explica Júnior.
Brasil 2014 no fue un Mundial más para este fanático tan particular. No sólo tuvo la oportunidad de ver a la Albiceleste en el mítico Maracaná, sino que fue testigo privilegiado de uno de los golazos de Lionel Messi en el partido con Bosnia. Vivió desde afuera la semifinal ante Holanda, pero cree que nunca podrá olvidar ese día: “Lloré como nunca, solo. Luego, a pesar de la derrota con Alemania, el sentimiento fue de orgullo. El equipo jugó por la camiseta y por los hinchas”.
Este joven de 25 años llevó su pasión un poco más allá y se unió a periodistas de Brasil en el sitio Futebol Portenho, un portal escrito íntegramente en portugués que busca informar acerca de la actualidad argentina. “Soy un apasionado por la Selección y también por la cultura del fútbol en su país”, confiesa Júnior. Paixão não tem cura!