Un nuevo torneo se ponía en marcha y futuras promesas comenzaban a brillar de la mano del entrenador Carlos Pachamé, por aquel entonces asistente de Carlos Bilardo en la Selección Mayor. La flamante Selección Juvenil ilusionaba a todo el pueblo argentino desde su presentación y con el correr de los partidos engalanó su juego hasta el punto de ser digna del manual de las famosas “3G”: ganaba, gustaba y goleaba. La Albiceleste ganó los ocho partidos que tuvo y, en su mayoría, por una amplia diferencia de goles. El primer triunfo fue ante Venezuela por 5 a 0. Le siguieron dos goleadas idénticas: 4 a 0, ante Ecuador y Colombia. Pero sólo fue el comienzo, ya que Argentina gozaría demás sonrisas victoriosas: 3-1 ante Chile, 3-1 frente a Perú, 5-1 a Uruguay y, en la anteúltima jornada, se impuso ante la Selección de Bolivia por 5 a 1. Tras estas siete victorias, el elenco comandado por Pachamé aseguró su pasaje a la primera Copa Mundial de la categoría, que se disputaría meses después en China.
Y entre goleadas y algarabía llegó la tan ansiada noche, aquella del lunes 22 de abril con un estadio José Amalfitani colmado. Casi 52 mil personas se acercaron al estadio ubicado en el barrio porteño de Liniers para la tan esperada final ante el clásico rival, Brasil.
La acción no tardó en llegar en el encuentro, porque a los nueve minutos el elenco visitante consiguió la ventaja a través de los pies del delantero Natalio. Pero la balanza volvió a equilibrarse dos minutos más tarde, ya que de tiro libre Hugo Maradona empardó el encuentro. Sin embargo, en un partido de emociones ambivalentes, Brasil se puso en ventaja nuevamente, desde el punto penal, a los 19 minutos. El desenlace, lógico, fue favorable para Argentina, que tenía un as bajo la manga. En un segundo tiempo teñido de celeste y blanco, Lorenzo Frutos, a los nueve minutos, estableció el 2 a 2. Y claro que faltaba más… El título, el primero, el de la historia, debía quedarse en casa y así fue: el de apellido legendario, en una gesta predictiva de lo que conseguirían los Maradona, apuntó y clavó la pelota en el ángulo más alejado del arquero brasileño. Fue el clímax de la obra, de la mano de Hugo. Un 3 a 2 final cerró la primera experiencia en un Sudamericano Sub 17, con la Selección Argentina alzando la Copa en medio de la calidez de su pueblo.
Contexto
Se celebró por primera vez el Torneo Sudamericano, un nuevo campeonato clasificatorio para un nuevo grupo de juveniles para el cual la FIFA había creado recientemente su Mundial. Con miras a la edición inaugural de dicho certamen en China, la Confederación Sudamericana de Fútbol designó a Argentina como sede del primer evento de Sudamérica.
El torneo, que se disputó entre el 1° y el 22 de abril de 1985, tuvo tres sedes: las canchas de Vélez Sarsfield y Ferro Carril Oeste, en la Ciudad de Buenos Aires, y la de Estudiantes de La Plata. De la competencia participaron nueve de los diez países que conforman la región dado que Paraguay no asistió. El sistema de competición fue llamativo para ese entonces: las nueve selecciones jugaron entre sí. Argentina dejó su marca desde el comienzo siendo parte del inicio del relato Juvenil.
