"Es una inyección de moral única. No tiene explicación lo que puede sentir un jugador al ver a esa gente, pensando que detrás hay todo un país. Es muy emocionante, para guardar toda la vida. Realmente parece que estamos jugando en Argentina". La frase de Lionel Scaloni, técnico de la Selección Argentina, todavía retumba. Hace ruido en el corazón de un país futbolero que late al ritmo de un equipo. Ese equipo que da todo, que juega a todo y que se hace querer. Por eso la simbiosis que se percibe en cada estadio.
Qatar, entonces, está muy teñido de celeste y blanco. Los hinchas de la Selección Argentina invaden los estadios y cada partido de nuestro equipo fue la pintura casi exacta de cualquier estadio de nuestra tierra. Aliento perpetuo. Constante y perenne. Música para los oídos de nuestros jugadores. Sorpresa para seguidores foráneos sin registro de ese folklore que tanto nos identifica.
Cada banderazo, pre y post partidos, también es un rito mágico. Una postal identitaria de las Copas del Mundo de los tiempos modernos. Fotos y videos como testimonio irrefutable de un sello inequívoco: el ser criollo y el fútbol. Argentino. Bien argentino.
Los estadios 974 y Ahmad bin Ali fueron testigos de la versión más fogosa de esa pasión inalterable. Ante Polonia y Australia el clima trepó a valores supremos. Alta temperatura para empujar y sostener a un equipo que allá abajo, donde se deciden los pleitos, lo da todo. Se palpita antes. Se juega durante . Se disfruta después. Cuando la banda argentina "se mueve para acá, se mueve para allá", transformándose en "la hinchada mas loca que hay". Tradiciones de exportación.
Cuarenta y pico de miles de argentinos -se calculaba- tenían previsto palpitar en vivo la Copa del Mundo de Qatar. Pero la realidad superó la estimación. Aerolíneas Argentinas programó siete vuelos entre el 18 de noviembre y el 1 de diciembre y, tras la clasificación a cuartos de final, sumó uno más que ya fue agotado.
El próximo viernes, otra vez habrá función. Se afinarán las gargantas. Se pintarán los cuerpos. Se iniciarán los ritos. Mientras una certeza los unirá a todos. Equipo e hinchada bajo un mismo cielo: Cada día te quiero más.
Y nadie, absolutamente nadie, ya duda de eso.