“A la Selección no se va por dinero, sino por la gloria”

Ezequiel Lavezzi dialogó en exclusiva con el sitio de AFA y contó sus mejores momentos, anécdotas y todo su aprendizaje durante su experiencia con la Selección Argentina.
Publicado: 15/04/2020

El mundo sigue respetando la cuarentena para prevenir más contagios del COVID 19 y, por eso, la pelota aún no rueda. Sin embargo, él ya había colgado los botines desde el último 13 de diciembre.  "Fueron años increíbles de esta historia. Años marcados por aprendizajes, momentos únicos e infinidad de recuerdos que serán eternos en mi corazón. Por siempre agradecido a todos los que me acompañaron en este camino. Con mucha emoción, me despido de la etapa más linda que me dio la vida. ¡Fui muy feliz! Un abrazo". Con esas palabras, Ezequiel Lavezzi anunciaba su retiro del fútbol profesional. Pero lo que el Pocho no pudo retirar, fueron las huellas que dejó marcadas con la camiseta de la Selección Argentina: dijo presente en un Mundial, en tres Copas América y obtuvo la medalla de oro en Pekín 2008.

“Cada concentración me dejó algo diferente. Estar en la Selección es el orgullo más grande que un futbolista puede tener porque estas representando a tu país. Tuve un recorrido de casi 10 años y viví muchísimas cosas. Me quedé con todo eso. A la Selección no se va por dinero sino por la gloria. Está más allá de todo”, le cuenta el “Pocho” al sitio oficial de la AFA.

-¿Qué tiene la Selección de especial?
-En la Selección tenés la responsabilidad de representar a un país. En los clubes uno vive el día a día, pero acá es diferente: haces 15 horas de vuelo para llegar entrenarte y al otro día ya tenés que jugar, cuando es un amistoso o fecha FIFA. No dormís bien a la noche porque hay que pegar la vuelta a cualquier hora, y a partir de ahí haces otras 15 horas de viaje para llegar al club.

-¿Por momentos se hace difícil?
-Los jugadores que van a la Selección no tienen casi nunca vacaciones. Recién cuando me fui a jugar a China empecé a vivir mi vida normal. Es un sacrificio pero así y todo, yo no veía la hora de reencontrarme con todos los chicos cada dos meses. Siempre disfruté muchísimo de la Selección. Eso no lo puedo negar.

-En estos tiempos de cuarentena están repitiendo muchos partidos viejos, incluyendo todo el Mundial 2014. ¿Lo viste?
-Sinceramente no. No miro mucha televisión, pero sé que estaban pasando otra vez los partidos completos porque me llegaron muchos mensajes. Nunca volví a ver la final ni quiero hacerlo tampoco.

-¿Qué sensación te quedó de todo lo que viviste en Brasil?
-Fue una etapa hermosa, más allá de que no pudimos ganar el Mundial. Uno se queda con la experiencia de haber jugado en la Selección y de haber podido estar en una final del mundo. Cualquier chico, cualquier futbolista sueña con estar ahí y no son muchos los que pudieron hacerlo. Y a mí eso me llena de orgullo, me siento un privilegiado.

 

-¿El sueño se pareció a la realidad?
-Totalmente. Me acuerdo que no sufrí la previa, sí me dormí un poco tarde porque los brasileños no paraban de tirar bombas. Me levanté tipo 8 de la mañana, tomé unos mates con los chicos y cuando fuimos a hacer el reconocimiento del campo fue algo increíble. Sabía que nunca más en la vida iba a vivir una cosa así y lo disfruté de tal manera.

¿Cuál fue el gol que más gritaste?
-Gritamos mucho el de Fideo (Di María) con Suiza. Yo ya había salido, y cuando hizo el gol fuimos corriendo con todos los suplentes hasta la otra punta de la cancha a abrazarlo. Fue un partido muy duro, que lo ganamos en tiempo suplementario. Después el de Pipa (Higuaín) contra Bélgica también fue tremendo porque sentimos que nos habíamos sacado un peso de encima. Hacía mucho que Argentina no podía pasar los cuartos de final y eso para nosotros fue importantísimo.

-¿Te sorprendió haber tenido tanto protagonismo a lo largo de ese Mundial?
-La verdad que no me preparaba pensando en eso. Me acuerdo que una vez, después del entrenamiento, estábamos con Masche (Javier Mascherano) y me dijo: “Pocho, estás gordo, te tenés que poner bien. Esto es un Mundial, es diferente a todo”. Yo le respondí que no pensaba que iba a jugar tanto pero me convenció y le termine diciendo: “Bueno, listo. A partir de ahora voy a comer todo lo que vos me digas”.
 

-¿Y lo cumpliste?
-¡Sí! La verdad que fue muy gracioso porque todos los días iba al lado de él y le preguntaba qué podía comer. En los ratos libres también me iba al gimnasio con él y me terminé poniendo en buena forma. Digamos que me encarriló un poco.

 



-Sabella lo valoró mucho aparentemente..
- Alejandro le dio una parte humana muy buena al grupo. Todos sabíamos apreciar eso. Tenía una fluidez con los jugadores muy linda, que nos hacía muy bien.

-¿Te retaba mucho?
-El día que se calentó mal fue en el partido contra Brasil en Estados Unidos. Duré cinco minutos. Entré, se me soltó la cadena y lo agarré de los pelos a Marcelo. ¡Alejandro me dijo de todo! Pero se ve que me perdonó porque me siguió llamando.

-Si tuvieras que elegir un compañero en todos estos años, ¿con quién te quedas?
-La verdad es que tengo muy buena relación con todos los chicos. Pienso que lo que se creó en ese grupo fue alucinante porque no había diferencias con nadie. Particularmente yo concentraba con Fideo, por lo que estábamos todo el día juntos. Eso indudablemente te genera una relación diferente, pero la verdad que se formó una amistad muy linda con todo el grupo.

-¿Y un jugador entre todos los que compartiste cancha?
-La verdad que jugué con muchísimos jugadores extraordinarios y doy gracias por eso. Pero no puedo no elegir a Leo (Messi). Fue lindo porque uno lo veía como lo que es: como alguien normal, con el que compartimos muchas cosas desde muy chicos. Yo concentré con Leo la primera vez que vino a la Selección. Después jugamos el Sudamericano de Colombia y también compartimos habitación. Con el paso del tiempo, obviamente que a los más chicos se les hace cada vez más impactante estar con Messi, el gran ganador de tantos Balones de Oro. Pero entre los más grandes siempre tratamos de que lo vieran como a alguien normal.

 

Mientras respeta la cuarentena y se suma en sus redes sociales al pedido de donativos de la Cruz Roja para afrontar este difícil momento, Lavezzi también se permite descansar y recordar viejos momento. Y asegura: “Me faltó ser campeón del mundo pero más allá de eso, más no puedo pedir. Estoy muy orgulloso y muy contento con todo lo que viví. No es para nada fácil mantenerse tantos años en la Selección porque hay una competencia constante, tenemos un montón de jugadores buenos que se muestran en sus clubes para que los elijan y poder estar ahí. No hay nada que se pueda comparar con jugar para tu país”.