Ferraro frotó la lámpara y la genialidad incipiente de Messi conquistó el mundo juvenil

Corría el año 2005 en Holanda y el Mundial Sub 20 vio nacer a una estrella que acompañada por un gran equipo le dio a la Selección Argentina su quinto título ecuménico en la categoría.
Publicado: 24/07/2020

La noche del sábado 2 de julio de 2005 forma parte del libro sagrado del fútbol. Sí, sin ninguna duda. Esa noche en Utrecht nació efectivamente la leyenda de Lionel Andrés Messi, quien comandó al Seleccionado Nacional Sub 20 hacia la victoria en la Copa del Mundo y así concretó su llegada a las primeras planas…, para no irse jamás. Explicar de quién se trata sería, a esta altura de la historia, irrisorio, pero sí cabe recordar que los gestos de admiración entre los amantes del juego comenzaron a multiplicarse a partir de ese campeonato en Holanda. Por su parte, Francisco Ferraro, entrenador del equipo albiceleste, reservó la carta número 18 para jugarla en el momento indicado, ya que al inicio del torneo retuvo a la Pulga en el banco de suplentes hasta que debutó en el segundo tiempo del primer partido frente a Estados Unidos, donde mostró destellos que anunciaron lo irreversible. Luego, claro, no volvió a dejar el campo y el mentor de aquella camada bien supo manejarlo. Su influencia en los cotejos se fue evidenciando con el correr de los minutos y Messi anotó frente a Egipto, frente a Colombia -en Octavos-, frente a España -en Cuartos- y frente a Brasil en el recordado encuentro de semifinales. Aquel encumbrado plantel estaba plagado de potenciales estrellas que no defraudaron: la contundencia de Oscar Ustari en el arco, la firmeza de Ezequiel Garay en la zaga, la técnica de Fernando Gago, la simpleza de Lucas Biglia, la versatilidad de Pablo Zabaleta, el talento de Sergio Agüero, la magia de Messi… Desde ya, los 21 jugadores que compusieron tamaño grupo serán recordados por todo buen futbolero.

En consecuencia, los muchachos argentinos frustraron las intenciones de rivales pertenecientes a notables naciones futboleras y metieron al Sub 20 en una nueva final a base de picardía y sacrificio. Por la gloria enfrentarían a otro de los seleccionados históricos de la competencia: Nigeria. Potencia, velocidad y un estilo agresivo caracterizaban al equipo africano, que dejó en el camino a Ucrania, en Octavos, y hasta la propia Holanda en cuartos de final; en semis venció a Marruecos para acceder al partido decisivo. Ya desde su preludio el cotejo auguraba reñidas acciones, con el elenco conducido por Ferraro haciéndose dominador de la pelota pero asfixiado por la constante presión de los dirigidos por Samson Siasia, dueños de una impronta atlética descomunal. Fue entonces que Argentina frotó la lámpara y la genialidad de Lionel Messi volvió a tomar protagonismo: a falta de cinco minutos para el cierre del primer acto, el rosarino desplegó su habilidad para iniciar una jugada cerca de mitad de cancha y, dejando atrás al mediocampo nigeriano, adentrarse al área para ser duramente barrido por Dele Adeleye, quien le cometió una clara infracción. El crack ajustó las cuentas y se despachó con una sutil ejecución desde los doce pasos que se coló en el palo derecho defendido por al arquero Vanzekin, a quien no dejó de mirar en toda la carrera hacia la pelota. Uno a cero y al descanso en ventaja. Una muestra más de un talento en pleno desarrollo.

En el complemento Nigeria tomó el balón y a los ocho minutos concretó el empate tras un centro recibido por Chinedu Ogbuke, que arremetió con un gran cabezazo para romper la defensa de Ustari. Pero todavía quedaba tinta en las plumas de Messi y compañía… Transcurridos 30 minutos de la segunda parte, en los que el conjunto africano se transformó en intérprete principal, la sombra de un pequeño Sergio Agüero cautivó a la línea de cierre nigeriana y, al no poder cortar su carrera, fue embestido por Monday James dentro del área. Por segunda vez, y sexta en el campeonato, el silencioso líder de Argentina facturó desde el punto penal engañando nuevamente a Vanzekin, quien eligió esta vez el palo derecho y sufrió ante la paciencia, elegancia e inteligencia de…, claro, Messi.

El cierre de la obra mantiene viva la foto del ya renombrado Messi con la número 5 en sus pies, en su primer Mundial con la camiseta sagrada. Pitido final y festejo conmovedor de nuestros grandes cracks. Sonrisa imborrable de una camada que tanto nutriría nuestra cultura futbolera.

 

 

CONTEXTO

“El prodigio argentino Messi causa sensación en Holanda”, tituló el portal oficial de la FIFA luego de consumada la conquista argentina. El quinto título mundial para el país en la categoría Sub 20 marcó el inicio de una generación dorada, que lógicamente sumó el talento de clanes anteriores para forjar una Selección Mayor que compitió al máximo nivel desde el 2006 en adelante. La Albiceleste recuperó la ilusión de la mano de un gran equipo que encontró en Leo a su máximo referente dentro del campo. De hecho, el número 18, la 10 se impregnaría en su piel más adelante, fue elegido mejor jugador de la Copa del Mundo juvenil y también se llevó el botín de oro tras convertir seis goles.

La vertiginosidad de los protagonistas de aquella gesta está grabada en la memoria del público, que llenó el Estadio Galgenwaard para empaparse de identidad criolla. Los afortunados que acudieron a aquella competencia podrán contar, en la posteridad, que vieron nacer a la máxima estrella del fútbol mundial. Y todavía hay tiempo para disfrutar…