A 40 años del fallecimiento de Vicente de la Mata, histórico jugador de Fútbol Argentino y gloria de Independiente

Publicado: 27/07/2020

"¿Adónde va la gente? ¡A ver a don Vicente! ¿Adónde va la gente? ¡A ver a don Vicente!", era el cantito que le dedicaba en todos los estadios el público de Independiente a su ídolo. Gambeteador, habilidoso, goleador y gran definidor, De la Mata se convirtió en uno de los jugadores más destacados de la historia de nuestro fútbol por sus rendimientos con la camiseta del club de Avellaneda.

Surgido en Central Córdoba de Rosario, con apenas 17 años integró el plantel de la Selección que disputó el Sudamericano de 1937. En la final ante Brasil, ingresó en el alargue y convirtió los dos tantos que le dieron el título a Argentina. Esta extraordinaria actuación hizo que al poco tiempo lo contratara Independiente, club donde se convirtió en una leyenda.

En el conjunto de Avellaneda compartió delantera junto con Maril, Erico, Sastre y Zorilla. A partir de sus gambetas y velocidad, se convirtió en un asistidor  perfecto para el paraguayo Erico. En 1938, aquel equipo fue campeón y consiguió, con 115 tantos, batir el récord de goles en un torneo local. Al siguiente año, de la mano de Capote, Independiente repitió el título y dio una vuelta olímpica más. 

El 12 de octubre de 1939, en el estadio de River, Independiente derrotó 4-2 al local y De la Mata convirtió uno de los goles más bellos y recordados de la historia de nuestro fútbol. Tomó el balón en su campo y, luego de gambetear a cinco rivales, definió ante el arquero Sirni. Un historico tanto que, con el paso de los años, se fue transformado en leyenda por el relato de los 40 mil privilegiados que tuvieron la suerte de verlo en vivo en la cancha. Capote, tiempo después, rememoró aquella conquista: “Tras un ataque de River, tomó la pelota el arquero nuestro, Fernando Bello. La tiró larga sobre mediacancha, como acostumbraba hacerlo, buscándome siempre a mí. La bajé justo en el círculo central y giré sobre la izquierda. Allí dejé en el camino a Moreno. Sobre el sector del mediocampo hice lo mismo con Minella. Y de nuevo tuve encima a Moreno. Le amagué tocar hacia la derecha y me fui por la izquierda. En ningún momento descuidaba la posición que iba tomando Erico, porque mi idea era tocarle la pelota a Arsenio para buscar la posibilidad del gol. Cuando fui llegando a tres cuartos de cancha, en poco espacio dejé atrás primero a Vassini y luego a Santamaría, los dos zagueros rivales. Y entré en el área. Otra vez amagué tocar hacia Erico y me abrí hacia la izquierda dejando atrás a Cuello. Pero ya tenía encima a Santamaría, al que tuve que eludir abriéndome un poco más y quedando en posición muy difícil para tirar al arco. Inclusive para poder pegarle con mi pierna hábil: la derecha. Como llegaba Erico por el medio, intenté pegarle con la izquierda hacia el medio. Sirni, el arquero de River, intuyó la maniobra y volcó su cuerpo hacia el centro. Yo le di con la de palo, y salió un tiro corto y débil que fue a meterse entre el poste derecho y el arquero. Los engañé a todos. ¡Incluso yo, que quise tirar centro!”.

Durante la década del 40, De la Mata continuó maravillando al público futbolero adentro de las canchas. En 1945 y 1946, con la Selección Argentina, consiguió dos torneos Sudamericanos consecutivos. Además, en 1948 obtuvo su último campeonato con Independiente. En los últimos años de su carrera defendió los colores de Newell's Old Boys. En total, disputó 385 partidos en el Fútbol Argentino y convirtió 153 goles.

Un crack. Una leyenda. Vicente de la Mata. Capote.