El día que Argentina alcanzó la gloria máxima por segunda vez en su historia, tras derrotar 3-2 a Alemania

El 29 de junio de 1986, la Selección Argentina dirigida por Carlos Bilardo se consagró campeona del mundo en el Estadio Azteca.
Publicado: 27/07/2020

En el mundo del fútbol, el gran salón dorado espera por aquellos que logran levantar la copa más soñada por todos. La que une a un país. La que solo unos pocos pueden tocar. La del MUNDO. Y luego de haber conseguido entrar a la eternidad en 1973, Argentina volvió a gritar campeón en México 86, de la mano de Carlos Bilardo y con Diego Armando Maradona como bandera.

Ya de por sí, cualquier final de un Mundial suele quedar en la retina de todos por la importancia única que tiene. Pero además de eso, la final entre Argentina y Alemania en el Estadio Azteca fue futbolísticamente memorable.

29 de junio de 1986. Bajo el calor de la Ciudad de México, miles y miles de fanáticos vivían con fervor lo que ocurría en el campo de juego. Un estadio que dio su primer estallido a los 23 minutos de la primera parte, cuando Burruchaga se hizo cargo de un tiro libre desde el sector derecho y puso la pelota en la cabeza de Jorge Luis Brown. El Tata ganó en las alturas, mandó la pelota al fondo de la red y se arrodilló mirando al cielo. Partido 1-0 y aún quedaba mucho por ver.

Ya en la segunda parte, apenas pasados los 10 minutos, un contragolpe comenzó en las manos de Pumpido y luego de una impecable triangulación, Jorge Valdano culminó la jugada con una definición certera que se metió contra el palo izquierdo del arquero. A más de siete mil kilómetros de distancia, un país entero sacudía sus gargantas al sentir que la consagración estaba a la vuelta de la esquina. Sin embargo, el conjunto alemán dio mucho más problemas que lo que se esperaba…

Iban 29 minutos del segundo tiempo cuando apareció el primer córner letal: centro desde la izquierda y Heinz Rummenigge apareció dentro del área chica, sin marca, para empujar la pelota, poner el 1-2 e instalar nerviosismo. Los teutones comenzaron a avanzar en campo ajeno y a los 36’ llegó el segundo tiro de esquina que infló el arco de Nery. Tras un centro al punto del penal, la regla de los cabezazos dentro del área se cumplió a rajatabla y Rudi Völler anotó el empate parcial.

Sin embargo, el equipo de Bilardo no se cayó. Cuando muchos ya comenzaban a hablar de alargue y especulaban con un final aún más agobiante de la que ya eran testigos, Maradona apareció para dar una pequeña muestra más de su fútbol: rodeado de rivales, dio un toque extraordinario para dejar a Burruchaga de cara al arco. Pero claro, la distancia no era poca y en esos segundos se gestó una de las corridas más recordadas de la historia de nuestro fútbol. Segundos que parecieron eternos. Eternidad que finalmente llegó después de que Burruchaga definiera al segundo palo con un toquecito inolvidable, con una caricia para los millones de argentinos que se fundieron en un abrazo para volver a gritar juntos ¡ARGENTINA CAMPEONA DEL MUNDO!



 

 

 

Contexto

La Selección de Carlos Bilardo había viajado a México no precisamente como candidata. En la previa, el equipo era muy criticado por la prensa, existían dudas y cuestionamientos. Pero la explosión de Diego Maradona superó absolutamente todas las expectativas. Antes de la final ante Alemania, Argentina venía derrotar 2-0 a Bélgica con dos tantos de Diego, quien previamente ya había escrito una página imborrable de la historia del fútbol en el encuentro de cuartos de final. Allí Argentina venció 2-1 a Inglaterra con esos dos emblemáticos goles: el “del siglo” y “la mano de Dios”, dejando así a la mismísima final en un segundo plano a la hora de apelar a la memoria futbolera de la opinión pública.